Opinión

Las estratagemas de Geroa Bai

Geroa Bai lleva tiempo lanzando un mensaje falaz y engañoso sobre sus relaciones con el PSN. Aludiendo al mantra y al topicazo de que el Partido Socialista en realidad prefiere pactar con UPN antes que conformar un Gobierno progresista, los dirigentes de la coalición nacionalista intentan ocultar a sus posibles votantes que han sido los malos resultados para su formación que anunció el Navarrómetro la causa de que hayan modificado su línea política. Pocas semanas después de publicarse esa encuesta, Geroa Bai se negó a aceptar el proyecto de Convenio Económico que había realizado la Consejería de Hacienda. En unos pocos meses la brecha se ha ensanchado y ha derivado en una nueva diferencia importante en torno a la lógica consolidación de los puestos de trabajo de los profesores de inglés, la lengua internacional, en la enseñanza pública. Está claro que Geroa Bai busca la confrontación con el PSN y hasta las próximas elecciones forales lo más probable es que ahonde e intensifique esas diferencias para luego echar la culpa a los socialistas de la ruptura del acuerdo.

La astuta estrategia de Geroa Bai podría finiquitar el cambio político en Navarra. Por lo tanto, podemos comenzar a evaluar qué ha significado socialmente este periodo atípico en la política navarra. Los cuatro años de Gobierno de Barcos han quedado terriblemente marcados por la sentencia del Tribunal Supremo que anulaba la Ley educativa Skolae, ya que en defenderla emplearon mucha energía, tiempo y dedicación; tal vez más que en cualquier otra medida legislativa. La anulación de los decretos del vascuence por parte del TSJN sigue la misma línea, expresión de la radicalidad que caracterizó a aquel Ejecutivo. Por otro lado, se han realizado, casi en cada municipio navarro, multitud de homenajes a los caídos del bando republicano en la Guerra Civil española del siglo XX. Y se ha desplegado un enorme esfuerzo en intentar equiparar institucionalmente a las víctimas del terrorismo con las de los excesos policiales. Poco más se puede recordar de la legislatura 2015-19 en cuanto a la acción gubernamental. No obstante, nos quedará en la retina para siempre la huelga indefinida que protagonizaron los médicos navarros, que solamente concluyó una vez que hubo abandonado Barcos la Presidencia del Gobierno foral. Cabe mencionar que previamente el Defensor del Pueblo Navarro había reprobado a la Consejería de Salud por no atender ni responder a sus demandas, sin que podamos establecer a priori una relación causa/efecto con el paro de los facultativos de la salud. Por otro lado, no podemos olvidar que un consejero nacionalista tuvo que dimitir por haberse abierto una causa judicial contra él después de admitir que había entregado mucho dinero público a una empresa privada sin haber realizado las oportunas consideraciones ni los estudios pertinentes.  

Tal vez sea este desastroso bagaje político descrito arriba lo que Geroa Bai pretende disimular apelando al espíritu del cambio político, por el cual el PSN formaría parte del régimen y añoraría un Gobierno de coalición con UPN. Sin embargo, está claro que han sido los buenos augurios que el Navarrómetro publicó para el PSN los que han provocado los celos de los dirigentes políticos de Geroa Bai. Han primado los intereses partidistas y la ambición personal de los líderes nacionalistas y, en vez de continuar con una nueva versión del cambio político, que daría continuidad a lo sucedido en 2015 desde una óptica más moderada y razonable, han optado por el enfrentamiento con su socio de Gobierno. Y, sin embargo, la sociedad progresista y moderada se da cuenta perfectamente de que en la actual legislatura la gestión se ha realizado de un modo más realista y más inteligentemente. Si bien los datos económicos no fueron mal con Barcos, también es verdad que coincidió con la salida de la crisis económica para todo el Estado. En realidad, lo nefasto de su gestión se ha ido sabiendo y percibiendo después de pasado un tiempo, cuando sus leyes han ido anulándose una tras otra, quedando un vacío legislativo de todo ese periodo. La verdad es que la decepción es mayúscula.