La Navidad se caracteriza por coincidir con las fechas entre el solsticio de invierno (21 de diciembre) y el periodo de temperaturas más bajas del año que suele producirse hacia la segunda semana del mes de enero.
Eso sí, no tiene por que ser así siempre y además precisamente vivimos en una zona del planeta caracterizada por una fuerte variabilidad de unos años a otros. Durante los meses de diciembre y enero, que si bien son los más fríos del año y es frecuente que hiele y que tengamos bajas temperaturas diurnas por la escasa radiación solar que llega hasta nosotros, suelen darse también días de nieblas cuando hay poco movimiento atmosférico y presencia de humedad junto a la superficie, como suele ocurrir en el valle del Ebro o en cuencas de la Zona Media de Navarra.
Otros años encontramos episodios más cálidos pero con cuantiosas precipitaciones asociadas, como de hecho ocurrió el pasado invierno, donde se produjeron las mayores ríadas en Navarra desde que hay registros. De momento, podemos decir que llevamos unas semanas con temperaturas y precipitaciones acordes a la época del año, lo cual no es poco ya que en 2022 no ha sido así en la mayoría de meses, especialmente por la falta de lluvias y las altas temperaturas.
