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Algunas claves para vivir unas fiestas navideñas sostenibles

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La batería de preocupaciones aumenta considerablemente en Navidad. ya sean los regalos, el menú de las cenas con familiares o simplemente las prisas por evitar que en Nochevieja no nos den ‘de facto’ las uvas, muchas veces olvidamos que podemos actuar de forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Sólo hay que llevar a cabo pequeños gestos y no olvidar que nuestro entorno y los recursos naturales no celebran la Navidad y siguen necesitando los cuidados del resto del año.

Desperdicio de alimentos

Durante las fiestas navideñas, se llega a tirar hasta un 40% de los alimentos producidos y se generan dos kilos de basura al día, de los cuales la mitad son envoltorios y embalajes, según datos que ha dado Ecologistas en Acción a lo largo del último lustro.

Por eso es importante seguir unas pautas de conservación adecuadas: aprovecharemos las sobras y además generaremos menos contaminación. Un ejemplo es que resulta más ecológico guardar los alimentos en envases y evitar el uso del papel de aluminio o de plástico. Además, al terminar las celebraciones, los residuos se pueden separar para su reciclado. En definitiva, el mejor residuo es el que no se genera.

Las compras y las bolsas

Es aconsejable llevar bolsas reutilizables de casa, rechazar las bolsas de plástico de los comercios o el corcho blanco, que no se recupera ni recicla. Según Ecologistas en Acción, el 40% del total del plástico que se produce se destina a envases, por lo que recomiendan comprar productos con envases retornables. Con los envoltorios de los regalos también somos muy despilfarradores y poco prácticos. se puede guardar para envolver nuevos regalos más adelante. Otra alternativa práctica y ecológica es presentar los regalos en cajas que más adelante puedan reutilizarse.

Regalos y adornos ‘verdes’

Ya son muchos los ámbitos en los que la producción responde a criterios ecológicos, tanto en el acabado como en el proceso de elaboración. Es posible extrapolar esa concienciación a los regalos que hagamos. El mundo de los juguetes es un ejemplo, ya que los hay fabricados con materiales ecológicos o, simplemente, a pocos kilómetros de nuestros hogares, lo que repercute en menor impacto ambiental.

También es posible regalar ‘verde’. Una bicicleta constituye el mejor exponente del fomento del desplazamiento sostenible. Algo parecido ocurre con alimentos delicatessen producidos de forma orgánica e incluso con ropa o libros.

En cuanto a los adornos navideños, no debemos obviar las restricciones medioambientales que existen con respecto al musgo, considerado crucial para la conservación de suelos y la germinación, o el acebo, en peligro de extinción y prohibido por ley.