Tudela

Tributo a Raimundo Lanas en el centenario de su nacimiento

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En la memoria histórica de Tudela el recuerdo al gran jotero de Murillo, Raimundo Lanas, se mantiene muy vivo. El ilustre jotero de Murillo el Fruto, que fue apodado “El ruiseñor navarro”, hubiera cumplido cien años el pasado día 23. Con motivo de tal efeméride, el Centro Cultural Castel Ruiz promovió un sencillo y emotivo tributo al malogrado jotero en el monumento levantado en su honor, en la calle La Jota de Tudela. Casi en familia y de un modo sencillo y emotivo, el homenaje a Raimundo Lanas se llevó a cabo, como no podía ser de otro modo, entonando algunas de sus más conocidas jotas y en presencia de los alcaldes de Tudela, Luis Casado, y de Murillo el Fruto, Javier Gárriz, quienes al término del acto se encargaron de depositar un ramo de flores rojas en el monumento de piedra que esculpió Loperena.

La periodista de Tudela Blanca Arribas condujo este acto de homenaje a Lanas que contó con la participación sobre el escenario de la Escuela de Jotas de Tudela, que hace honor al jotero murillés llevando su mismo nombre, y del Grupo de Danzas de la ciudad, además de la jotera de Murillo el Fruto, Leire Goñi, que fue la que se encargó de romper el hielo, subiéndose al tablado.

Raimundo Lanas y Tudela

Durante el homenaje se repasó la biografía de Lanas, que murió con sólo 31 años de edad y un futuro prometedor como cantante de jota.

Pese a nacer en Murillo el Fruto, Raimundo Lanas tuvo un especial apego a la capital ribera. En ella pasó una de sus épocas de juventud más felices y perfeccionó su oficio de herrador forjador, en casa de su tío Julián Lanas. Vecino de dos de los grandes joteros tudelanos de aquella época, José Mª y Rafael Iturralde, esta estancia en Tudela durante su juventud le permitió a Raimundo Lanas codearse con lo más destacados y grandes folcloristas de la Ribera, entre ellos Jesús Soria “El Currusco” y Emiliano Sáenz. Los hermanos Iturralde fueron además sus amigos y quienes le apoyarían en su lanzamiento profesional como jotero. Del legado de Raimundo Lanas destacan piezas imborrables como “Quisiera volverme yedra”, “El más lindo querer”, “La Mejana” y “La rosa del Moncayo”, que todavía hoy son diferentes al resto. Gracias a él la jota navarra se renovó y logró cruzar fronteras.