Tudela

El haba, la suerte del roscón

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La tradición de esconder un haba dentro de los roscones de reyes parece proceder de la Fiesta romana de los esclavos, que se celebraba en Roma hacia el mes de diciembre, era cuando se elaboraban unas tortas redondas, con frutas dentro, en las que con el paso del tiempo se escondía un haba dentro y a quien la encontraba se le nombraba rey durante un tiempo establecido de antemano, denominándolo generalmente “El rey de la faba”.

José Luis Aguado, de Pastelería Aguado, que lleva haciendo Roscones de Reyes toda su vida, nos recibió en su obrador para explicarnos mejor qué se piensa hoy sobre ese haba de los roscones. Asegura que “he crecido haciendo roscones, llevo más de 35 años”, y dice que “encontrar el haba hoy es un poco signo de mala suerte o al que al que le sale, le toca pagar, “por eso nosotros no ponemos haba, sólo ponemos sorpresa, ya que se piensa que es la sorpresa la que da buenas expectativas para el año que comienza” y añade “en los roscones de bollería no metemos nada”, indica.

Y es que desde la Edad Media, hasta hoy, el tono burlesco de esta celebración, al igual que otras del mismo signo, como la Fiesta de los Locos, la del Obispillo o la del Asno, ha provocado que nadie quiera ser “Rey de la Faba”, como antaño se popularizó en los tiempos de los Teobaldos, reyes navarros, y que hoy tenga otras connotaciones de mala fortuna encontrar el haba en tu pedazo de rosco, si bien se está recuperando esta tradición, suspendida a partir de la conquista de Navarra de manos castellanas en 1512.

En el obrador de los Aguado por tanto, se hacen dos clases de roscones para Reyes, roscones de bollería sin relleno y sin sorpresa, y roscones de hojaldre, que son los que luego se rellenan con crema, trufa o nata y todos los que van rellenos van con sorpresa. "Y nata de la buena, auténtica, no nata mix, nata, nata”, remarca Aguado.

Enfrentarse a una masa con levadura prensada que no espera para fermentar es quizá lo que hace el trabajo más duro, nos confiesa Santiago, "pero si además los roscones van rellenos, como es el caso del 90% de los que hacemos y como todos tienen que estar hechos en tan corto espacio de tiempo, pues es el día de más trabajo del año” afirma José Luis y añade, ” todo el día haciendo roscones y durmiendo una hora o nada”, nos dice.

Y es que la montadora de nata de los Aguado ese día hace horas extra, porque todo tiene que seguir un proceso, aunque José Luis nos explica que “un alto porcentaje de los roscones que elaboramos son de encargo", nos comenta y añade, "sobre todo los que hacemos para restaurantes y para las cenas de las cuadrillas; pero solemos elaborar el doble de los que nos encargan, porque siempre tenemos que atender a alguien de última hora”.

En Reyes es cuando en la Pastelería Aguado añaden fruta a casi todos los roscones “porque son más jugosos”, comenta Aguado padre y explica su hijo José Luis que “la fruta suelta cierta humedad a la masa que le favorece, de hecho, -añade-, para San Blas no es tradición hacerlos con fruta y nosotros siempre hacemos alguno así porque gustan y los vendemos bien”, nos asegura.

Es todo cuestión de gustos, de esto sabe mucho Santiago Aguado, que nos cuenta que en sus primeros años, él empleaba agua de azahar para elaborar los roscones de reyes; como en Cataluña, que se hacen con este ingrediente; pero dice que “era carísima y sólo la vendían en las farmacias”, recuerda Santiago, confesando que no la usó mucho tiempo porque “aquí no gustaban así los roscones”, afirma.

Lo que si tienen claro, tanto Santiago como su hijo José Luis, es que apuestan por la calidad, con productos elaborados con ingredientes de primerísima calidad y "esto es lo que más agradecen nuestros clientes", encuentren el haba o la sorpresa, les gusten o no las frutas.