Opinión

Se nos van

Hace unos pocos días nos sacudía a todos el fallecimiento de Juan Antonio Bolea, quién fue el primer presidente del Gobierno de Aragón. No hace tanto tampoco se nos fue Rafael Gurrea, uno de los padres de la transacción política en Navarra.

Se nos van los hombres de la transacción y lamentablemente parece que con ellos también se marcha el espíritu de conciliación y consenso que marcó una época que figurará en los libros de historia para la posteridad.

Ellos hicieron su parte del trabajo, fueron hombres de principios e ideología, que supieron aparcar las diferencias para caminar con antiguos rivales de una dictadura a un nuevo sistema de gobierno, más democrático y en el que todos pudiéramos tener una representación. 

Ese trabajo se hizo, pero las camarillas, los radicales y los buitres no han tardado mucho en dar buena cuenta y corromper un sistema que no era perfecto, pero que debería haber seguido madurando, a la par que la población  y las nuevas generaciones nacidas en libertad crecían y la democracia comenzaba a ser construida poco a poco en cimientos más firmes.

El radicalismo y el partidismo de las oligarquías que ha secuestrado la democracia no solo nos lleva a la corrupción que ya sufrimos. Si no que nos encamina de nuevo al disenso como la forma de gobierno y al totalitarismo como el destino final con el único fin de repetir los errores históricos una y otra vez.