Opinión

Los robots nos quitan el trabajo

Esta frase está siendo repetida hasta el hartazgo más absoluto por ciertos sectores de la sociedad y ciertos agentes sociales y laborales, pero la realidad dista mucho de las frases lapidarias y de los juicios de valor y se acerca a la consecución de reivindicaciones históricas y a la mejora de la calidad de vida de la mayoría de los trabajadores que serían sustituidos por estas máquinas.

En este caso, los datos hablan por si solos, las naciones con industrias más robotizadas, como Alemania, Japón, Corea del Sur, Dinamarca o Suiza paradójicamente tienen tasas de desempleo que en ningún caso supera el 5%, situación que contrasta con la de países menos robotizados del entorno como España, Italia o Francia, generalmente con paros por las nubes y una robotización de la industria pésima.

Los datos que nos arrojan los estudios no sitúan entonces el problema en la robotización, si no en la educación y la producción, es decir, el problema no es que una máquina sepa hacer el trabajo,
si no que el trabajador
no sabe hacer otra cosa o no quiere hacerla.

Curiosamente, aquellas sociedades con trabajadores más cualificados y con legislaciones laborales más flexibles están sabiendo migrar mejor a este nuevo sistema, lo que termina desencadenando en la posibilidad de jornadas laborales más cortas, menos índice de accidentes laborales, mejoras en la calidad de vida y rentas más altas. Finalmente resulta que no es que los robots no nos quiten el trabajo, sino que lo hacen por nosotros.