Opinión

Volver a empezar

Menudo descanso: ¡Ha terminado, por fin, la campaña electoral! Atrás quedaron los debates sin candadidatos, sin ideas, sin argumentos, sin rasmia y sin debatir, de un modelo bipartidista que ya fracasó en la España decimonónica, y que ahora repiten emulando a las grandes “democracias más avanzadas”, en las que la alternancia entre dos fuerzas si no iguales, sí paralelas, camuflan las bajezas de un sistema y una sociedad al servicio de los intereses económicos de unos pocos, y alejados de la realidad del pueblo, de espaldas a la ciudadanía...

Por fin nos hemos librado de la crispación que ha colmado la vida estos cuatro últimos años de Legislatura en precampaña permanente, en un país de risa en el que triunfa el Chikilicuatre a costa del presupuesto de la televisión pública, haciendo de un representante de risa un símil de esta vil España.

La mediocridad campa por sus destinos y asistimos distraídos a la impunidad de las consignas fáciles y las verdades convertidas en ciertas a base de machacona repetición, -ilusos por creerlas-. La “Democracia” se ha implantado, al fin, los ratios de participación así lo manifiestan: La crisis social nos preocupa y moviliza para ejercer un derecho al voto que ha convertido la realidad en la tristeza de una cita a ciegas con las urnas.

A resultas de todo, volvemos a empezar... La derecha sopesará si cambia de líder o avanza matando la convivencia, y la izquierda repartirá prebendas y subvenciones para comprar espíritus a base de minar la iniciativa. Una pena, pero, ¡ha muerto el Rey, Viva el Rey! ¡Seguimos como estábamos, que no es poco!