Este domingo Navarra se juega algo más que conocer quién va a ser el líder de una formación política como UPN, que lleva gobernando décadas la Comunidad Foral. Este domingo Navarra se juega que el lunes 18 la Presidenta del Gobierno, Yolanda Barcina, presente su dimisión si no se ve respaldada por la formación regionalista, algo que representaría un craso error, -y una grave salida, dada la actual situación económica-, porque Navarra no está como para un adelanto electoral, que no cambiaría en nada nuestro mapa ideológico-político, que ha quedado claramente perfilado, comicio tras comicio,
ya que en esta tierra nuestra nunca se han dado grandes sobresaltos.
Por ello, es de esperar que UPN sepa centrarse y ser consecuente con Navarra, porque aunque arrastra el desgaste propio de estar demasiado tiempo gestionando el poder, sin renovarse y sin contar con sus muchas bases, y que sepa el domingo gestionar de manera inteligente la candidatura de Alberto Catalán, que conoce profundamente y ama la formación,
y la de quien gestiona, en el peor
de los escenarios y en el momento más complejo, la economía Foral.
Por otro lado, el PSN, una vez más, se encuentra perdido en su propia endogamia. Incapaz de plantear en el Parlamento Foral una moción de censura, después de compartir gobierno -y de aspirar a llegar a él-, se suma, en giro tan irrisorio como inexcusable, a las iniciativas del resto de las formaciones políticas navarras que, en el momento grave que estamos viviendo, están haciendo cábalas para sacar tajada en lugar de intentar construir, legitíma y ordenadamente, una alternativa de gobierno creíble y solvente.
