Estamos iniciando un cambio de modelo económico. Ya no podemos basar nuestro crecimiento futuro en los parámetros de las últimas décadas: actividades de bajos costes laborales, llegada de importantes empresas extranjeras, expansión del ladrillo, empresas o productos contaminantes, etc.
El nuevo modelo requiere, en primer lugar, de la aparición y expansión de empresas locales, asentadas sobre la cultura de la innovación, con capacidad para moverse en el ámbito internacional, en torno a sectores emergentes y con criterios de sostenibilidad: energías renovables, agroalimentación, biotecnología, logística, etc. En la Ribera se está generando un cierto tejido empresarial de este tipo, aún incipiente pero prometedor, que complementa el necesario mantenimiento de las actuales multinacionales, también en proceso de adaptación a la nueva situación.
Hace falta además contar con un personal cada vez más cualificado. De ahí la enorme importancia de la formación profesional y universitaria. La ETI, la UNED y la UPNA son piezas fundamentales para elevar el nivel formativo de la población ribera y, al mismo tiempo, conseguir atraer a Tudela a más personas de valía. Sin talento no será fácil el futuro. Pero para que la Universidad sea motor de desarrollo, es necesaria una estrecha colaboración de la UPNA con las empresas, de modo que se produzcan transferencias de conocimiento y aplicaciones prácticas. Este acercamiento, aunque creciente, no resulta fácil, debido a las tradicionales diferencias entre cultura universitaria y empresarial.
Por eso, el nuevo modelo económico necesita apoyarse en un tercer agente, los centros tecnológicos, cuya misión es precisamente hacer de puente entre la investigación y la empresa, generando innovaciones adaptadas a sus necesidades. De acuerdo con ello, Tudela y la Ribera necesitan complementar su tejido empresarial y sus centros formativos con algún centro tecnológico. De hecho los empresarios consideran hoy los centros tecnológicos más útiles que la misma universidad.
