Opinión

San Vicente, mártir († 304), patrón de los viticultores

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San Vicente, mártir, patrón de Valencia, etc., es menos conocido como Patrón de los Viticultores del mundo. Vicente fue uno de los últimos mártires de la época romana. Vicente era diácono de Valero, Obispo de Zaragoza, a comienzos del siglo IV, siendo emperador Diocleciano. El prefecto Daciano vino a Hispania, y las iglesias fueran arrasadas y los libros sagrados echados al fuego. Se ordenó el encarcelamiento de todos los jefes de la Iglesia, e intentaron que se les sacrificase en honor de los dioses paganos. A los que se negaran se les daría tortura sin limitación; y para que nadie pudiera escapar, todo el mundo debería presentarse, un día determinado, para ofrecer a los dioses el sacrificio prescrito.



Daciano detuvo a Vicente en Zaragoza y por temor a disturbios, le trasladó a Valencia y allí le sometió a martirio. Grandes fueron sus padecimientos, pues lo torturaron, con fuego y pinzas de hierro, y más grande la entereza de Vicente en aguantarlos, hasta que le llegó la muerte.



El culto a San Vicente se propagó enseguida: San Agustín en Áfricana, el papa San León en Roma, San Ambrosio en Milán, San Isidoro en Sevilla y el propio San Bernardo, le recordaron. En la Roma medieval tres basílicas estaban dedicadas a San Vicente. Aquí cerca, es el patrón de Malón, y tiene capillas en Ágreda, y en muchos otros lugares.



En el año 541, los reyes francos Childeberto y Clotario, en la guerra que mantenían contra el rey visigodo Amalarico, llegaron a someter a sitio a la ciudad de Zaragoza durante siete semanas, y los zaragozanos, para intentar librarse de ellos, se sometieron a un ayuno riguroso y salieron en procesión penitencial por los muros de la ciudad. El Obispo de Zaragoza iba en cabeza portando la túnica de San Vicente Mártir, que se guardaba en la ciudad, seguido por los hombres y mujeres de Zaragoza; los primeros con cilicios y las segundas con mantos negros y la cabellera suelta y cubierta por ceniza, implorando la misericordia divina. Los francos levantaron el sitio a Zaragoza a condición de llevarse la túnica de San Vicente, como reliquia de gran valor.



En París, el Obispo Germán animó el fundar un monasterio, donde conservar la reliquia de San Vicente. En 558 se terminó la construcción, y se llamó San Vincent-Sainte-Croix. Fue lugar de enterramiento de los reyes merovingios. Al propio Obispo Germán, lo enterraron allí en 576. El monasterio fue convento viticultor, poseía una decena de viñas en Paris, produciendo 1000 hectolitros de vino/año.



Francia impulsó a San Vicente como patrón de los cultivadores de las viñas. San Vicente se convirtió en el más famoso de los santos españoles, sin duda porque hasta el último momento supo hacer honor al nombre de Vincentius, o sea ¡Invicto!



El 22 de enero, fecha en que se conmemora su martirio, al verter su sangre por su fe, rememorando el vino convertido en la sangre de Cristo, en la Última Cena, en Jerusalén.