Opinión

¡Reformar el capitalismo!

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Los abusos financieros han sido claves en el desencadenamiento de la actual crisis económica. Muchas son las causas, no siendo ajena la cultura occidental, que desde mayo del ‘68 cuestionó los valores preexistentes. Veníamos de una larga posguerra, donde la disciplina, el esfuerzo y el mérito se habían ponderado. Hoy vivimos, fruto de un largo desarrollo económico, en una sociedad mucho más rica, muy acostumbrada a las satisfacciones inmediatas, y con una débil responsabilidad individual. Así hoy, en muchos personas constatamos la falta de esfuerzo, las tendencias al puro hedonismo, y el poco reconocimiento a cualquier tipo de autoridad.

El comunismo durante más de 70 años no pudo con el cristianismo, ya que la naturaleza humana siempre ha tenido una vocación de trascendencia, basta ver la recuperación espectacular de las creencias religiosas en los antiguos países comunistas. Tampoco sucumbió el capitalismo, con la caída del muro hace 20 años, se demostró el fracaso del socialismo real. La izquierda se desorientó, abandonó la lucha de clases como motor de la historia y tardó un tiempo en levantar las banderas del ‘68, que en un principio había despreciado. En las sociedades ricas, enfocaron su estrategia política en la dirección de ampliar constantemente nuevos derechos individuales para minorías, apoyándolos al margen de cualquier moral, presentándolos con un alo de modernidad. Apostaron por el feminismo radical, el ecologismo, y la lucha contra del cambio climático. No cuestionaron el modelo económico capitalista, y así se centraron en lucha por la preeminencia cultural.

Cuando ZP sostiene que ha avanzado mucho, se refiere a que se han ampliado nuevos derechos: matrimonio homosexual, política de género, EpC, aborto, eutanasia, ejercicio privado de la religión. Aplauden el ¡no a los dogmas!, para justificar cualquier tipo de actuación, dentro de lo políticamente correcto, y a la vez trabajan por romper la cadena de la transmisión de valores de unas generaciones a otras, basadas en el sentido común, la ley natural y la tradición occidental. Intentan desvincular a España de su histórica identidad católica, por su idea de la moderna España. En este contexto, entenderemos mejor su flirteo con el islamismo.

Tanto desde la filosofía clásica, como desde todas las religiones, el hombre siempre ha contado con capacidad para discernir el bien del mal. La declaración de Derechos Humanos no recoge estos nuevos derechos, apoyados por la nueva izquierda. Sabemos que todo derecho se apoya en su reverso, en un deber. Hay nuevos derechos, que atentan contra la igualdad del hombre y la mujer, erosionan el sentido del deber, debilitan el ejercicio de la autoridad y a menudo jalean ejemplos sociales minoritarios. La mayoría de los medios de comunicación, débiles frente al poder, amortiguan el impacto de los cambios. Un proverbio africano dice que a un niño lo educa todo un pueblo. Necesitaríamos que los personajes públicos diesen buen ejemplo, pero vivimos en una sociedad demasiado centrada en la imagen, que de casi todo se hace un espectáculo, un reality show, con análisis muy superficiales. Apenas se dedican espacios a entrevistar a gente con interés.

Ante la crisis, parte de la izquierda y de la derecha, dicen que no se puede apoyar a un sistema que ha permitido a unos pocos utilizar la democracia en su propio beneficio. Nunca se culpabilizan de nada, siempre buscan en otros a los culpables. A nadie se nos ocurre cuestionar la validez de la democracia, a pesar de la gran cantidad de casos de corrupción tanto, en la izquierda y en la derecha. Por qué hay que ¡Reinventar el capitalismo¡ o ¡Cuestionar el mercado! Si lo que han fallado son los controles, centrémonos en mejorarlos. No olvidamos que las alternativas al capitalismo han sido mucho peores que aquél, y han producido muchos más sufrimientos. La propiedad y la libertad han caminado siempre juntas en los mejores ejemplos sociales.