Opinión

Reflexiones sobre la inmigración

Es seguro que nuestros padres ven a tanto inmigrante que vive a nuestro alrededor con recelo y desconfianza.

Es seguro que piensan que han vuelto a traer enfermedades como la tuberculosis, que parecían erradicadas hace tiempo.

Que nos quitan trabajo, que España tiene más gasto debido a ellos (tienen más hijos que nosotros, ¡qué poca cabeza tienen!), que hay más inseguridad en las calles, que para qué vienen aquí con lo bien que vivíamos antes y que no los necesitamos para nada.

Pero la realidad, señores, es, lo queramos o no, bien distinta. Leo en un periódico que un alto porcentaje del Producto Interior Bruto (la riqueza que produce España) se la debemos a ellos. Cotizan a la seguridad social, gastan, alquilan un piso, compran un coche… y todavía ahorran para mandar dinero a sus países de origen.

Nuestra sociedad, que vive deprisa, que sólo tiene tiempo para trabajar, ganar dinero y buscar tiempo para gastarlo, debería aprender de ellos a cuidar más las relaciones personales, a sonreír más, a pasar menos tiempo en el coche y más en los parques, abrazarse más, disfrutar más del sexo y, en definitiva, a valorar más las pequeñas cosas en lugar de dejar todo esto aplazado para más adelante…

Y no digo que los inmigrantes no traigan más problemas de convivencia y que en muchos ámbitos las cosas sean diferentes e incluso más difíciles que cuando no había tantos de ellos entre nosotros (que se lo digan a los padres que llevan a sus hijos a la guardería por ejemplo) pero pienso que hay que esforzarse en ver lo positivo de esta situación, ponerse en la piel de ellos, para quienes Europa es el paraíso en comparación con sus países y ver su situación anterior, tan desesperada en la mayoría de los casos, que arriesgan hasta lo más preciado, su vida, y deciden dar el paso, dejando atrás todo para empezar desde cero en un país extraño. Para cualquiera de nosotros también sería muy duro y muy desagradable dar este paso. ¿O no?

Miquele (Murchante)