Opinión

Ni una gota de sangre

Me cuesta mucho ponerme frente al ordenador y escribir lo siguiente, pero los años y las múltiples experiencias me han hecho frío, independiente y solitario.



Tras la reciente convocatoria de huelga convocada por los sindicatos nacionalistas navarros y la posible convocatoria en el futuro de los sindicatos nacionalistas españoles, la immensa mayoria de los trabajadores, y afirmo rotundamente que somos la inmensa mayoría de trabajadores, nos preguntamos, ¿los que se suicidan por qué lo hacen si los sinvergüenzas se han quedado con sus casas? ¿son vascos o españoles? Los que sufren la angustia del desempleo ¿de qué partido son? Las familias que no llegan a fin de mes: ¿qué ideología tienen?



Qué sentido tiene convocar huelgas cuando hay más de un 25% de parados, un elevado número de trabajadores en ERE y otro sinfín con un pie en la calle.



Lo que los trabajadores os gritamos a todos vosotros sordos y burocratas profesionales del sindicalismo es que la sociedad en su conjunto necesita la unidad sindical en un auténtico estado de emergencia. No la homogeneidad ideológica ni estratégica, si no un acuerdo de mínimos para llevar unánimemente a toda la sociedad a la calle, con todas las consecuencias.



El pueblo se está desangrando, por vuestra culpa también. Ahora queréis parar esta enorme hemorragia y no habéis sido capaces de frenar el goteo continuo por carecer de importancia propagandística o simplemente porque consideráis las elecciones sindicales una prioridad por encima de otras.



A vosotros qué vais pavoneando por los centros de trabajo sintiéndoos superiores, a pesar de todo, os necesitamos y necesitamos de vuestras estructuras de organización en una lucha sincera y comprometida por la clase obrera. los trabajadores estamos deseando que venga alguien y nos diga ¡unidos por el pan, la libertad y la dignidad obrera!



No podemos perder ni una sola gota de sangre más, ni un parado más, ni un recorte más, ni un solo céntimo de pérdida de poder adquisitivo en las pensiones o los salarios y, sobre todo, no podemos perder ni un segundo de tiempo en discrepancias que no ayuden a la sociedad a hacer frente a este saqueo y a esta tragedia humana y laboral.



Mas allá de ideologías y estrategias, están por encima de todo los objetivos y todo aquel que diga llamarse representante de los trabajadores, está obligado a acatar su voluntad y luchar por sus derechos.