Opinión

Fraude fiscal, el suyo

El 43% de los españoles justifica el fraude fiscal. De ellos, el 34% afirma comprenderlo por que son las circunstancias las que le obligan a cometer la burla; y un 9%, simplemente, lo considera normal. Es un dato que está castigando a la opinión publicada desde que el Instituto de Estudios Fiscales, IEF, diera a conocer su informe a primeros de un mes tan fraudulento como este agosto.

Eludir el pago de impuestos es algo muy típico de este país de Lazarillos y buscavidas, y a la vez es un recurrido tópico, por aquello de mirar siempre con el ojo acusador a autónomos, empresarios y profesionales liberales. En cualquier caso, ese traído y llevado “fraude fiscal” se debería contemplar desde otra perspectiva, la de la “objeción fiscal”, la de la exigencia de la “eficiencia Económica”.

Ya que están aireando la cifra como buscando la culpa, e intentando hacer de ella un Via Crucis colectivo, una confesión pública de veleidades, para intentar -en el fondo- justificar una subida de impuestos que a su vez se ampara en la baja presión fiscal española, otra macro cifra sacada de contexto para hacer tragar las ruedas de molino del gastar sin pensar, en un giro, una retranca, sólo apta para crédulos o amigos de un solo libro, en este caso, de un mal autor

-y vendedor de humo-, Pepiño Blanco.

Sin embargo, el verdadero fraude -fiscal y moral en este caso- está en el de aquellos políticos que, maquillando presupuestos, reduciendo recursos en Sanidad, Educación, Bienestar Social o Infraestructuras, pagan sus comidas, sus fiestas, sus charangas y sus pensiones básicas, sin hacer ERE’s entre sus colocados ni reduciendo el número de funcionarios, que se nos están comiendo por los pies.