Opinión

De la “alerta” del Pepino a la “crisis” del Pepino: Principio de Acusación

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Si quiere usted saber cómo no gestionar una Crisis Alimentaria, contacte con Cornelia Prüfer-Storcks, senadora y autoridad para salud y protección al consumidor de Hamburgo, quien anunció que el origen del brote infeccioso, que estaba causando muertes en ese país, procedía de pepinos españoles que estaban contaminados con la bacteria E. coli Enterohemorrágica.

Debemos diferenciar entre el término de alerta alimentaria, como aquella situación extraordinaria en la que se sospecha que un determinado producto puede provocar incidencias que afecten a la salud de los consumidores, sin que ello haya sido puesto en conocimiento público; al término de crisis alimentaria, que es aquella situación extraordinaria que afecta a la percepción de la seguridad de un producto por parte de los consumidores o clientes, motivando cambios en sus elecciones de compra.

De esta manera, una alerta se convirtió injustamente y de manera instantánea en una crisis, y el principio de cautela, en principio de acusación, con las consecuencias de sobra conocidas por todos nosotros. En ese preciso momento, el daño ya estaba causado en los productos hortícolas españoles y la marca internacional Spain, quedaba por los suelos. Queda patente el grave “patinazo” de las autoridades alemanas.

No hay que olvidar que cuando surge una crisis alimentaria, no sólo los agentes económicos pierden imagen, sino también la administración y los poderes públicos. Esto hace aún más frágil si cabe, el término Seguridad Alimentaria en el consumidor. Se instaura la sensación de inseguridad y se echa por tierra el tremendo esfuerzo que se lleva a cabo con éxito en la cadena alimentaria para garantizar la seguridad de los productos.