Día de los enamorados, cada 14 de febrero la sociedad consumista celebra
esos que se ha dado en llamar “Día de los enamorados “, un día en el que
los novios se regalan muestras de amor, se dicen como se quieren y se
hacen cariñitos.
Rosas, flores, joyas o bisutería, o simplemente un comportamiento más
afable o cariñoso que demuestre el verdadero amor que se tienen el uno al
otro.
Aprovechar ese día para declararse el amor, no está del todo mal, si solo
se hace ese día, es más que cuestionable. El verdadero amor, es de por
vida, el verdadero amor es de día a día, es de minuto en minuto, es de
detalle en detalle.
El “Amor”, el verdadero amor, tiene una raíz de índole trascendental, la
verdadera expresión del amor es la que manifiesta una madre hacia su hijo,
y cuando ese AMOR es de la Madre de Dios, la expresión es la de la Virgen
de Amor Hermoso; advocación maravillosa del amor y no solo de muestra
Madre, si no del amor de Dios.
El enamoramiento humano, tiene su raíz en el reflejo de un amor superior,
el propio ánimo que celebra un día basado en el consumo, en una
incoherencia que da esperando recibir, no tiene su reflejo ahí, lo tiene
en el amor divino, aquel que no tiene lógica humana pues da sin esperar,
no se cansa de dar y dar sin recibir, y eso solo lo hace un superior que
no es humano, o solo lo hace un humano, que este influenciado por el ser
superior.
En Amor, no es de este mundo, solo el amor carnal es propio de la
naturaleza humana y el celebrarlo es propio de una adoración profana y
materialista. Celebrar el día de los enamorados resulta más altanero si se
celebra bajo la advocación de Nuestra Señora del Amor Hermoso.