Opinión

Las fiestas y el Covid

Este año, por efecto del Coronavirus, las Fiestas patronales en nuestros pueblos y ciudades van a comenzar por el final. La tonadilla del “pobre de mí” cambiará su letra y se habrán “acabado las fiestas por el COVID”.

Entre junio y septiembre, cerca de quinientos pueblos de Navarra vienen celebrando sus fiestas patronales. La algarabía, el grito, los almuerzos, los toros, las vacas, la música, las procesiones encuentran su horario y su momento en cada rincón de nuestra Comunidad Foral. Son las jornadas festivas donde se concentran los afanes de los Ayuntamientos para ofrecer a sus vecinos espectáculos que no pueden ver el resto del año por su trabajo y sus múltiples ocupaciones. El origen de las fiestas de nuestros pueblos tiene mucho que ver con las faenas agrícolas, cuando terminaba la recogida de las cosechas comenzaba el tiempo de gozar y divertirse.

Las fiestas patronales son el refugio donde los pueblos conservan ritos, tradiciones, cultura, alegrías y decepciones. Todas comienzan por el chupinazo y acaban con el pobre de mí, aunque este año, como he dicho al inicio, el maldito virus nos ha llevado, o mejor dicho, ha llevado a nuestras autoridades a suspenderlas, en un ejercicio responsable de preservar la salud de los ciudadanos.

Este año, echaremos en falta los recorridos de las peñas, no oiremos el sonido de los cencerros, ni el ruido de las pezuñas de las reses, pero, como decía nuestro paisano Miguel Indurain, ahí estaremos los navarros para pegarle “un pase de pecho” al virus y un “bajonazo”, si es menester, para acabar con él y esperar las Fiestas del próximo año con más ilusión y la conciencia tranquila por el deber cumplido, sabiendo como sabemos, que las Fiestas patronales no mueren ni se extinguen, siempre salen airosas de cualquier batalla, incluso de la muerte. Las Fiestas las hacen las gentes rendidas a la vida.

Mas pronto que tarde, los límites de edad, las franjas horarias, las distancias sociales, las mascarillas etc. dejarán de ser obstáculo para que nuestras fiestas brillen con todo su esplendor, para que los almuerzos puedan ser degustados en las calles y en esas mesas corridas que parecen no tener fin, para que todos los navarros y todos quienes quieran acompañarnos, cualquiera que sea su origen y condición, podamos honrar a nuestros Patrones/as acudiendo a las Catedrales, Iglesias y Procesiones. Ahora lo transcendente es recuperar lo que la pandemia nos ha quitado: la salud y en muchos, muchísimos casos el trabajo. 

Para finalizar, no podemos olvidar las más de cuarenta mil vidas que este maldito virus se ha llevado por delante, más de quinientos en Navarra. Nuestro recuerdo a todos y cada uno de ellos.