Opinión

Volver al campo

El mundo anda tan revuelto y tan perdido, que está claro que el caos predominante en Europa no es otra cosa que el indicativo más fiel del final de esta era.

No es una cuestión de utopías, ni de teorías catastrofistas del fin del mundo. Es únicamente la percepción de que el mundo, y nuestra bendita y pacífica Europa ya no es lo que era ni está como estaba.

Con próceres como los que nos encontramos para hacernos un hueco ante los grandes imperios clásicos como Rusia, EEUU o China, y sus ‘líderes’ neofascistas, pues poco o nada se puede hacer. Lo único, intentar volver al origen, a la sencillez, a la humildad, a lo cercano, a lo familiar, esto es, volver al campo.

Aquí nosotros lo tenemos fácil, porque nunca hemos perdido el contacto con la tierra. El problema se da más en la gran urbe, donde se creen y han creído y tragado el anzuelo hasta el garganchón asumiendo como reales toda esa sarta de basura y de mentiras que nos vende permanentemente esta inconsistencia e inconsciencia de vida occidental, vacía, que no aporta nada, llenándolo todo del tener en lugar de entronar el ser.

No es catastrofismo, es observación, eficiente, curiosa y veraz. Este supuesto bienestar, de parte, no se sostiene de ninguna de las maneras, y las falacias que lo mantienen ahí cada vez son más nímias e insalvables. Por ello, abogo por esa vuelta a los orígines que supone nuestro cercano campo. Ese terreno de juego real, despiadadamente natural, pero cierto y viable.

Mariano Navarro Lacarra

Director