Opinión

Incertidumbre, esa eterna compañera

Vivimos un momento extraño, sin embargo, entiendo que debemos afrontarlo y gestionarlo con total serenidad. Con la máxima alegría, si cabe.

Nuestros Abuelos decían aquello de que “más se perdió en Cuba”, si bien la máxima ha quedado ya demasiado atrás para que se entienda. Por ello, sin más, creo que debemos asumir la situación que arrastramos, estoicamente, y tirar para adelante. Vivir, así, con mayúscula, sin mirar atrás, por mal que llevemos o hayamos llevado este 2020 que termina.

Podemos hacer los balances y reflexiones que deseemos en torno a la pandemia, su gestión, su realidad interesada, pero el momento es el que es, de modo que venga... ¡Lo dicho” ¡A Vivir! ¡Que es Navidad, demonios!

El ciclo natural sigue,
y los retos a los que nos enfrentamos, como siempre ha sido para la Humanidad, nos seguirán poniendo ante las cuerdas -como no puede ser de otra manera-. Por ello, debemos saber que hay que tener la mente despejada -y abierta- para afrontarlos. ¡Entre otras razones porque este sino forma parte de nuestra simple existencia!

La incertidumbre puede acabar con la economía y la sociedad, tal y como entendemos ambas, pero justamente por ello debemos aspirar, soñar y luchar porque el cambio que se avecina nos resulte positivo y placentero.  ¡No esperemos a que nos pase por encima o a que nos sorprenda! Asumámoslo como la evolución natural que es y tomémoslo como una necesidad más, un desafío, -esta vez y como siempre, ineludible-, y demos a esa “Economía Circular” que es la Vida un paso al frente en positivo, adaptándonos y mejorando con ello, ya que es no sólo necesario sino posible.

La espada de Damocles que suponen estas circunstancias deben ser acicate para obligarnos a cambiar y con ello a mejorar, porque el cambio está implícito en la Vida... ¡La quietud es señal de senectud!