Opinión

¿Dónde queda la modernidad?

Están que no mean los de las banderitas.

Están que no mean los de las banderitas. Hay una mayoría que se está posicionando, claramente, en favor de una España unida, pero se están equivocando en el pronóstico... Ésta no es la vuelta al pasado que añoran, es una apuesta colectiva por afianzar la libertad, democracia y desarrollo alcanzados estos 40 años de Constitución, que actualizaron un poco el mal endémico de este país, que no era otra cosa que dejar atrás los siglos de retraso que acumulábamos respecto de Europa.

Ahora bien, que todos a una apoyemos la aplicación del 155 en Cataluña para frenar la ilógica y desmedida locura independentista, no quiere decir que estemos plenamente de acuerdo con un Estado que no encarcela a los muchos ladrones que lo subyugan, mientras la Judicatura actúa a todo trapo ante cuestiones de desobediencia política debida.

Falta algo ahí, en ese equilibrio de país serio que se quiere transmitir. La libertad real y la democracia seria deberían ser otra cosa. 

Hay decenas, cientos de acciones que se están desarrollando francamente mal y que nos están haciendo retroceder por momentos.

¿La primera de ellas? Salir de una vez de la duda y votar para elegir el modelo... ¿Monarquía o República? Todo lo demás vendría de corrido tras de sí, si en verdad se quiere avanzar en esta piel de toro confusa y perdida en taifas ante Europa, que es lo que de bueno tenemos ante nosotros para construir juntos. 

Abogar por otra modernidad y otro orden que no sea el que depare esa libre elección, garantizará que de nuevo cerremos en falso las heridas y nuevamente perdamos la posibilidad de permitir que nuestras disparatadas grandezas se hagan hueco en un mundo globalizado y uniforme que ya vive a merced de las transnacionales y de los Putin de turno que, por lo bajo, ya están alterando el nuevo orden mundial y, la verdad, es que hacia ninguna buena dirección.

Bien por el 155, sí, ¿pero luego qué? ¿Más de lo mismo? ¡Pues así no, muy mal!