Opinión

El porqué de la propuesta de la procesión

Hace unos días escribí un artículo en esta revista y lo colgué en las redes sociales.

Tuve diferentes respuestas y todas las agradezco.

La conclusión que me hicieron llegar varias de ellas fue que mejor dejar que por este año no celebremos nada, incluyendo la procesión a Sta. Ana. Y estoy de acuerdo, nos jugamos la salud. Si bien mi exposición de cómo hacerla se fundamentaba en que todo sería dentro de la más estricta legalidad, cabía la posibilidad que sirviese de excusa para otros eventos.

Pero si me permitís dejarme exponer la razón o ilusión, que me pudo llevar a hacer esa propuesta.

Yo nací en la Calle Aldehuela, a 100 metros de la catedral y desde  las ventanas la imponente imagen que veía cada día era la torre y la capilla Sta. Ana.  

El día la patrona era el más importante del año para mis padres, también el más agotador para mi madre.   A mi casa venían familiares y amigos de fuera de Tudela a celebrarlo, eso si después de asistir todos junto a mi padre y hermano a la procesión, solo hombres por supuesto era la tradición.   

En mi rebelde juventud, deje de asistir unos años a la procesión con el pesar de mi padre que me lo reprocha.  

Pero cuando mi padre enfermo seriamente hace 40 años, me comentó que lo único que sentía de no poder participar en las fiestas era: no acudir a la procesión. Algo me removió el alma y le prometí que mientras yo tendría salud el resto de mi vida estaría representado en la procesión por mí, y así lo he cumplido no he faltado nunca.

Ahora quizás entenderéis porque mi egoísta interés de que se celebrase la procesión, estando bien de salud el maldito virus me impide no solo no acudir a la procesión como a miles de tudelanos, si no que me obliga a romper la promesa que le hice a mi padre.