Opinión

Polarización

“Los míos son los buenos, los tuyos son los malos”. Si algo distingue muchas veces a las sociedades humanas es la polarización, en especial en política: derechas, izquierdas. Desde luego, en deporte: Real Madrid, Barcelona. Pero en general, se da en otros frentes: empresario, trabajador; feminismo, machismo; animalista, taurino. Ahora bien, ¿y si esa distinción es falsa?

Es justo y lógico tener perspectivas diferentes de las cosas, y así debe ser. No obstante, en la mayoría de los ejemplos anteriores se han olvidado los términos medios. Así, se puede ser de derechas y estar a favor de la renta mínima. Se puede ser de izquierdas y estar a favor de facilitar el despido, ya que así, al menos en teoría, los empresarios tienen más incentivos para contratar personas. El fútbol, de momento, vamos a dejarlo de lado. Bueno, no. Merece la pena resaltar un matiz. Muchos futbolistas y aficionados creen que  “todos los equipos merecen respeto, pero aquellos en los que he jugado destacan por sus valores”. La afirmación es cierta, aunque sea un pleonasmo. Todos los clubs tiene los mismos valores: ganar con respeto al rival, esfuerzo sin límites y pasión por sus colores.

Estar a favor de meter más horas extras en un momento de apuro no significa ser un esquirol. Estar en contra no significa ser insolidario con la empresa. No acudir a una manifestación feminista no convierte a alguien en machista. No estar en contra de que haya corridas de toros no convierte a una persona en asesino de animales. Sin embargo, muchas personas fomentan esa polarización. ¿La razón? Ganar influencia social. 

Cuidado, no es lo mismo fomentar una idea (eso está muy bien) o convicción personal que impulsar enfrentamientos a partir de la misma (más delicado, ¿no?).

Entonces, ¿a qué viene todo esto?

Ha comenzado la desescalada. 

Poco a poco habrá que valorar las medidas realizadas por el gobierno y los comportamientos cívicos futuros más responsables.

Todo ello se debe hacer sin polarización.