Opinión

La navidad, sentimientos y sensaciones

La Navidad es un espasmo intermitente en el año que busca, entre otras cosas, recordar la esencia de la humanidad. Un periodo donde debes demostrar bondad, si no te alejas, irremediablemente, del espíritu festivo que se celebra. En este contexto, la palabra paz parece que resuena como un bálsamo que, con sólo pronunciarla, nos quedamos satisfechos. Además, es de educación rogar a todo el mundo que tiene que ser feliz, y al poder ser comprar un regalo para el amigo “invisible”, nunca mejor pensado, también podíamos denominarlo el “colega trasparente”. De este modo, los días pasan volando, y nos sentimos mejor por la obra social que hemos realizado. 

¿Y mañana, cuando terminan los fastos y recogemos los aderezos que ya comienzan a molestar en el salón? Pues nada, vuelta a empezar. Aquí no ha pasado nada. Pero no está de más reflexionar sobre el devenir cotidiano, la vida, el sentido de la convivencia humana, la solidaridad, la honestidad, las guerras, la violencia de género etc. Ahora bien, todo ello con el fin último de intentar hacer algo, de pensarlo, entenderlo y razonarlo para transfórmalo. Para ello, amigos no necesitamos unos anuncios de perfume con fragancias que te trasladan al paraíso. Ni tampoco debemos abrumarnos con compras, muchas de ellas de escasa utilidad. Ni felicitar a todo el mundo sin tener claro si, realmente, le deseamos la felicidad. En definitiva, para comer, beber, comprar y ver luces de colores que nos invitan a entrar en un mundo irreal no hace falta que sean navidades. No obstante, seguiremos la tradición porque es más cómodo que apearse de ella. ¡Feliz Navidad para todo el año!