Opinión

No al cierre de Trenasa

Hace una semana conocimos la noticia de que Trenasa, empresa localizada en Castejón y filial de la CAF, cierra tras 13 años de existencia. La noticia nos sorprendió a todas, ya que el día anterior, debido al volumen de trabajo, se habían hecho contratos indefinidos y en julio se había acordado un ERTE hasta diciembre asegurando que había trabajo hasta 2023. 

Trenasa se creó, y se ha utilizado durante todos estos años, para fabricar los excedentes de trabajo de las empresas principales de la CAF de forma más barata, manteniendo un centro de trabajo preparado para lo que quisiera en cada momento, y pudiendo abrirlo y cerrarlo cuando quisieran, sin tener que adquirir compromisos de futuro ni con Castejón, ni con Navarra. Desde el principio fue un laboratorio empresarial de la CAF y un calvario para las trabajadoras, muestra de ello son la presión por sacar adelante un grandísimo volumen de trabajo con la mitad de la plantilla en ERTE; o los EREs de 2012 y 2015, utilizados para realizar despidos selectivos de representantes sindicales y personas que “molestaban” por reivindicar sus derechos como trabajadoras. 

Desde su apertura en 2007, Trenasa ha recibido del Gobierno de Navarra unos 6 millones de euros en subvenciones, la gran mayoría cuando UPN estaba en el poder. Les dieron millones mientras hacían EREs y precarizaban a sus trabajadoras. 

Este es un claro ejemplo del modelo de industrialización generado e impulsado por UPN en la Ribera, y que nos ha llegado en herencia después de sus largos años en el poder. Se basa en gastar dinero público en subvencionar empresas privadas, y mirar hacia otro lado ante la precariedad laboral de las trabajadoras, para lograr que esas empresas que vienen de fuera, que no tienen raíces en la zona ni ningún tipo de control por parte del Gobierno de Navarra, aguanten el máximo tiempo posible en nuestra tierra. Es fácil entender que ese modelo es cortoplacista y que nos lleva a la ruina, como ya estamos comprobando. 

Desde EH Bildu asistimos con tremenda preocupación a la desindustrialización que estamos viviendo en la Ribera. Años de mala gestión y de mantener filiales de multinacionales a golpe de talonario (público) nos han llevado a esta situación, y desgraciadamente esto no hará mas que empeorar. Una crisis como la que está por venir hará que todas esas empresas de las que depende el bienestar económico y social de la Ribera se vayan y nos encontremos con una zona relegada al turismo y a la agricultura. Hace años que se tenía que haber previsto esta situación, hace años que tendríamos que haber empezado a invertir en generar condiciones a nivel local, no para atraer empresas, sino para que se generasen aquí; y de este forma depender cada vez menos de multinacionales a las que no les importa el bienestar y la prosperidad de la Ribera, solamente sus intereses económicos. 

Nunca es tarde. Necesitamos más que nunca una estrategia común para toda la Ribera. Es momento de que el Consorcio EDER se siente con el Gobierno de Navarra y se empiece a hablar de qué necesita la Ribera, con qué recursos contamos, empezar a invertir no para tapar las carencias que aparecen en cada momento, sino con una visión a largo plazo, en base a una estrategia de zona con un futuro y unos objetivos claros. Para que la Ribera en su totalidad sea un polo industrial y económico viable y próspero. Eso no se logra de un día para otro, pero lo que está claro es que hay que dejar de subvencionar empresas privadas, y empezar a invertir el dinero público en crear empresas públicas acopladas a los recursos que ofrece la Ribera, centros de estudio, de I+D+i, redes empresariales y sobre todo hay que empezar a considerar a la Ribera como un TODO: trabajar juntas, crear redes entre los pueblos y entre todas decidir que necesitamos y como lo logramos. 

Sabemos que no es sencillo, y que vivimos en una época en que el capital emplea las deslocalizaciones sin importarle lo más mínimo el sufrimiento que provocan a las trabajadoras, sufrimiento que en esta ocasión compartimos la gran mayoría de riberas. Pero transitar a un modelo más justo, que ponga las necesidades humanas en el centro, es cuestión de confianza y de valentía. Nosotras creemos que la Ribera se merece un futuro mejor, y sobre todo confiamos en nuestra gente, sabemos que somos capaces de dejar de vivir a costa de subvenciones y de pedir cartas de capitalidad; confiamos en el ímpetu y la capacidad de las riberas y riberos para crear aquí y todas juntas un futuro próspero. Solo necesitamos que quienes gobiernan también apuesten y confíen en la población, creen una estrategia a largo plazo e inviertan en generar condiciones. La Ribera se lo merece.