Opinión

Ve cómo un cuervo abrió una caja fuerte

No había pasado media hora desde que le había enviado a mi amigo más viajero, Eladio, un “wasap” en el que, entre otras cosas, le aducía que, siempre que comía y/o cenaba en casa, solía dejar, encima de la mesa, para el postre una pieza de fruta (manzana, naranja, pera, melocotón, plátano, etc.) o un yogur y cuatro nueces, ya que consideraba (eso sigo pensando hoy a pies juntillas, a pesar de que no tengo ninguna evidencia científica —todos acarreamos algún prejuicio— de que tal cosa sea verdad irrefutable) que esos ocho cerebros (si abundamos en el parecer de que cada nuez contiene dos) contribuían a fortalecer el mío, cuando él me ha contestado con otro, las dos líneas que siguen y, a renglón seguido, me ha enviado otro con el vídeo:

“Mira con atención lo que grabé ayer con el móvil desde la terraza de la habitación que ocupo en el Shibuya Excel Hotel de Tokio (Japón)”.

He mirado y he visto cómo un cuervo, que llevaba algo en el pico (luego he comprobado que era una nuez) se ha posado en un cable del tendido eléctrico, cerca de un semáforo, encima de un paso de peatones. Cuando se ha puesto el semáforo en rojo para los viandantes y los automóviles han reiniciado la marcha, el cuervo ha dejado caer la nuez sobre la calzada. Al parecer (ignoro si he colegido lo cabal), confiaba en que acaeciera lo que ha sucedido, que las ruedas de un auto, de dos o tres, han roto la cáscara. El cuervo se ha valido de esa pintiparada circunstancia o herramienta ajena, del tránsito vehicular, como si fuera un cascanueces. Cuando el semáforo se ha puesto en verde para los peatones, el cuervo, que no había perdido de vista el fruto seco, ha volado hasta donde se hallaba la nuez cascada, la caja fuerte recién abierta, y se ha hecho en un pispás con su botín o presa. Tras la visión de dicha grabación, se ha impuesto lo obvio, esta interrogación: ¿Qué le lleva a decir a tanta gente que solo el hombre es ente inteligente?