Opinión

Sensato con un ápice imprudente

Dilecta Pilar:

Nosotros, los aprendices de ruiseñor (así prefiero referirme a mí), los autores (te incluyo a ti entre los tales, pues has publicado diversos libros), hacedores de personajes sin cuento, lo tenemos más fácil, me temo, que los políticos. Somos o contenemos a tantos personajes cuantos imagine nuestro pesquis o caletre; y estos, seguramente, dirán lo que nosotros queramos que digan (no siempre lo que nosotros pensemos; puede que hasta lo contrario u opuesto), siempre que no se nos desmanden y logren tomar vida propia, claro.

Haremos bien en ser sensatos (siempre que no perdamos ese ápice imprudente o pizca de locura, que tanto bien nos hace, pues nos cura o, por lo menos, lo procura).

Cuando uno relee a Cadalso se lleva una grata sorpresa, porque lleva, sin querer, al cadalso a otros muchos autores que gozaban (en su fuero interno) de más enjundia y prestigio que él.

Ya ves. Hoy estamos de acuerdo en casi todo; y mañana, seguramente, en desacuerdo. Lo más curioso de todo esto (por poco común o raro) es que seguimos respetándonos y celebrando que la otra, el otro, siga opinando lo que estime oportuno o pertinente, sin imponer que nuestro criterio sea el correcto o verdadero. Además, cuando conseguimos cepillarnos los prejuicios, juzgamos que el ajeno es compatible con el propio y/o complementario.

De tu apunte sobre mi afición por los paréntesis, sobre mi estilo teresiano (ya sabes que estudié el COU en el Colegio “Enrique de Ossó, las Teresianas; al final, del todo algo se pega; es zumba; no me hagas mucho caso), a veces, he contestado que mi pasión por las excursiones o los excursos, en definitiva, las digresiones, se debe a que me llamó la atención que los compañeros o émulos de Holden Caulfield, el joven protagonista de la novela “El guardián entre el centeno”, de Jerome David Salinger, le afearan que incurriera en ellas en las redacciones que escribía.

Ciertamente, los cuatro hitos que comentas son suficientes para concluir que tu fin de semana fue completo (aunque tú eches mano del diminutivo para dar cuenta del mismo).

Ayer estuve viendo en la 2 de TVE el programa sobre María Moliner y su magna obra, su Diccionario de uso del español. Disfruté un montón escuchando, entre otras personas versadas en el tema, a dos de nuestras profesoras durante la carrera, nuestra querida (por ambos) María Antonia Martín Zorraquino y Aurora Egido.

Otro (de tu amigo Otramotro).