Opinión

La excepción sigue siendo Pedro Sánchez

El sábado pasado, jornada de reflexión (¡ay del hombre, hembra o varón, para quien todas las de su vida adulta no lo sean!), por la tarde, se preguntaba el abajo firmante de estos renglones torcidos, servidor, si Pedro Sánchez sería, como eso viene a decir un dicho castellano (que no hay regla sin excepción) la excepción que confirmara la regla, si lograría dar esquinazo a la norma o tendencia, o la próxima ficha o mandatario en caer y callar, tras celebrarse la fiesta de la democracia (¡qué pena que solo nos refiramos a ella en plena jornada electoral y no durante un pleno y otro pleno y otro… del Congreso o del Senado!, verbigracia), por ese tsunami de desconfianza, descontento y desencanto que recorre, de oeste a este (y viceversa), de norte a sur (y a la inversa), Europa y ha adoptado para manifestarse en toda su crudeza y extensión la misma dinámica o mecánica que domina el efecto dominó.

Veintisiete horas después, ayer, 28-A, coronados los comicios generales, culminado el preceptivo escrutinio de los sufragios, el propio devenir de los acontecimientos se encargó de suministrarnos gratis et amore la inapelable respuesta: el PSOE, liderado por Sánchez, ganó las elecciones generales (ergo, ha sido la excepción que antes mencionaba a la norma) y podrá formar Gobierno con Ciudadanos (comandado por Rivera —que también ha crecido o mejorado sus anteriores resultados—, a pesar del cordón sanitario que esta formación le colocó a aquella en la campaña —vaya por delante que acepto discrepancias o disensiones, pero la alianza de ambos partidos podría ser muy beneficiosa para el país; veremos qué deciden sus mandamases—), porque la suma con Unidas Podemos, 165, se queda corta (no llega a la cifra mágica, proverbial, de los 176 diputados) y la adición de “las tres derechas” (si llegamos a un acuerdo para, sin olvidar las muchas diferencias existentes entre ellas, llamarlas así), PP, Ciudadanos y Vox, aún más corta.

Si hace apenas un mes, cuatro semanas, la novata abogada ecologista Zuzana Caputova le doblaba el brazo al ducho diplomático Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión europea, en Eslovaquia; si hace dos hebdómadas la formación ultraderechista de los Verdaderos Finlandeses se quedó a solo dos décimas de la ganadora coalición de centroderecha, en Finlandia; si hace una su homólogo y homónimo Petro Poroshenko fue barrido por el cómico Volodímir Zelenski en Ucrania (recibió un revés morrocotudo; no fue una ucronía, no, sino una realidad pura y dura), ayer, Sánchez, la excepción a la regla, insisto e itero la evidencia, volvía a salir airoso de otro aprieto o brete (y ya van unas cuantas veces; hay quien piensa que tiene una flor ahí, sí, donde la espalda pierde su casto nombre).

Ignoro si Sánchez, viendo lo que ocurría allende nuestras fronteras, teniendo en cuenta o presentes los antecedentes, se preparó para lo peor o no. Servidor, en su caso, hubiera echado mano de esa paremia española que dice: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Acaso eso, que él es un optimista empedernido y servidor un realista (más que pesimista) redomado, explique por qué él es un ganador nato y quien firma los renglones torcidos, por los que usted, avezado lector, sea ella o él, ahora pasa su vista, un perdedor reconocido.

Ahora cabe formular(se) dos preguntas siamesas: ¿Qué ficha será la próxima en caer? ¿Habrá alguna otra excepción? Si damos tiempo al tiempo, ese juez, que suele dar y quitar razones, nos proporcionará gratis et amore las respuestas correctas.