Opinión

España, sin complejos

Es hora de que hablemos de España sin complejos.

Desde hace años, de forma machacona y con intención, se intenta relacionar la defensa de la identidad española, como país, como nación, y sus emblemas, con ideas totalitarias de derechas. A puro de repetirlo de forma reiterativa, ha llegado a calar en la población cierta vergüenza para expresar públicamente el amor a su país y a defender sus emblemas, por miedo a ser tachados o etiquetados de derechas, ultramontanos o fascistas. 

Este proceder interesado parte, fundamentalmente, de partidos extremos de izquierdas, incluso totalitarios, cuya teoría y praxis donde sus ideologías gobiernan, sí que son totalitarias. Su intención es identificar a todos los que defienden los conceptos de España y sus emblemas, con la dictadura del siglo pasado, cuando la mayoría de los ciudadanos actuales no tienen nada que ver con aquella época, y muchos de los que la vivimos de jóvenes nos implicamos en la clandestinidad para derrocarla, superar aquella fase y llegar a la democracia que hoy gozamos. Con su táctica, persiguen que los ciudadanos no estemos cohesionados mediante emblemas nacionales para así poder manipularnos mejor.

Hay pocos países con una historia tan egregia como la nuestra en cuanto a relato, influencia en el mundo y personajes ilustres. Es uno de los países más importantes del mundo, además de hermoso, variado, rico en folklore, en tradiciones, diverso en paisajes, protagonista de grandes eventos históricos; también de sombras, pero como cualquier otro país del mundo. Además, es nuestro país, donde la mayoría hemos nacido y donde han nacido nuestros antepasados. En este momento histórico, a nosotros nos corresponde la responsabilidad de hacerlo mejor desde cualquier ideología, respetando el concepto de país, y sus enseñas.

Me considero compañero de viaje de aragoneses, castellanos, andaluces, extremeños, valencianos, gallegos, vascos, catalanes, etc., y de cada uno de los habitantes de los pueblos que componen España. Porque nadie, por el hecho de nacer en uno u otro lugar, es más que nadie. El pedigrí o la nobleza de sangre, de raza, no influye, porque no existe. Sí existe, nobleza y valía personal, o de grupos sociales e incluso sociedades y países que se regulan por principios de ética, libertad y justicia.

 Asociar el concepto de España al franquismo, al fascismo, es una “cantinela”, una burda utilización torticera que emana de los radicales de izquierda, utilizada machaconamente precisamente por estos grupos cuyos métodos y praxis, sí son fascistas. El franquismo fue una etapa oscura de nuestra historia hoy felizmente superada. 

Hay que levantar la cabeza y mirar de frente a los ojos a los que tratan de tergiversar el nombre España. No debemos permitir que ningún grupo se apropie de sus enseñas, ni que otros las identifiquen de forma interesada con ideologías totalitarias. 

Entiendo que haya grupos que no se sientan españoles y defiendan la independencia de sus regiones. Estaría de acuerdo en la celebración de un referéndum, siempre que lo reclame una mayoría importante de sus habitantes, no manipulados y siempre con un tiempo de información y reflexión. A partir de ahí, deberán tener en cuenta que, si el resultado es altamente positivo, una vez independizados, no deben estar representados en nuestros órganos de decisión. Y la relación, en todo caso, deberá ser igual que con cualquier otro país de Europa o del mundo, dependiendo de los intereses de ambos. En algunos casos, la cirugía no es un disparate si lo demanda una mayoría significativa. Es peor estar viviendo una desestabilización permanente, y cesiones de prerrogativas para acallarlos que solo genera odio y desigualdad entre las regiones.

En el fondo todo se debe a intereses personales y de grupo disfrazados de ideologías, incluso se encargan de utilizar a personas de perfiles bajos para el trabajo sucio.