Repensando la energía

Sobre la COP25

Hace pocos días, la OMM hacía públicas las cifras de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
COP25 Madrid
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Hace pocos días, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), hacía públicas las cifras de las concentraciones de GEI (gases de efecto invernadero) en la atmósfera. En su Boletín mostró que la concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) había alcanzado las 407,8 partes por millón (ppm) en 2018, después de haber sido de 405,5 ppm en 2017. Ya en el mes de mayo de 2019 se alcanzó un nuevo pico, por un valor de 414,83 ppm.

El incremento de CO2 que se produjo de 2017 a 2018 se situó justo por encima de la media del último decenio. Los niveles mundiales de CO2 ya sobrepasaron el simbólico e importante umbral de 400 ppm en 2015. El CO2 permanece en la atmósfera durante siglos y aún más tiempo en los océanos.

Por otra parte, a finales del mes pasado, el Programa de las NNUU para el Medio Ambiente (PNUMA) hizo público en Ginebra, su Informe sobre la disparidad en las emisiones de 2019, que es la diferencia entre «donde es probable que nos encontramos» y «Donde necesitamos llegar» (Emissions Gap Report 2019).

Si se hubieran tomado medidas climáticas rotundas en 2010, las reducciones anuales necesarias para atenerse a los niveles de emisiones previstas en los escenarios de 2 °C y 1,5 °C sólo habrían sido, en promedio, del 0,7 y 3,3% al año. Ya que no fue así, las emisiones deben disminuir a partir del año 2020 casi un 3% anual para cumplir el objetivo de los 2 °C y alrededor del 7% anual para el de 1,5 °C.