Psicología

La recompensa de la culpa

Un mecanismo automático e inconsciente cuando algo no sale bien, es culpar. Y cuando hacemos esto… pocas veces nos hayamos a nosotros mismos culpables. Y aún si lo hacemos… siempre tendremos menos culpa que el otro (“el malo”). Obtenemos grandes beneficios al culpar a los demás. A nuestro ego le gusta mucho más ser la víctima, que la responsable. Por lo tanto busca razones y motivos que le hagan forjarse una imagen de inocente, con la que evitar el cambio interior y seguir como había seguido siendo hasta ahora. Nuestro ego es tan inteligente y sofisticado, que incluso sabiendo que se comporta así, puede engañarnos, y seguir haciéndonos creer que si algo no ha salido bien, si algo no ha funcionado, es por el otro. Nosotros hicimos todo lo que podíamos hacer… excepto cambiarnos a nosotros mismos. Recostándonos en pensamientos y emociones de autocompasión, y despertando la compasión de los demás, que entienden la “mala suerte” que hemos tenido, acompañándonos en el dolor, y dándonos fuerzas para levantarnos y seguir.

Pero culpar a los demás de nuestra infelicidad entraña una trampa peligrosa, que es la de limitarnos el crecimiento personal e incluso espiritual. Para acabar con esto, lo primero es darse cuenta de que estamos ELIGIENDO culpar. Porque al fin y al cabo, nosotros somos libres de tener una actitud u otra ante la vida. Y por lo tanto podemos elegir tener otra, mucho más humilde, en la que miremos hacia dentro y no hacia afuera, y nos preguntemos: ¿en qué he fallado yo?, ¿qué pude haber hecho mejor que no hice? A partir de este momento, tomamos las riendas de nuestra vida, y deliberadamente abandonamos la satisfacción que nos produce la autocompasión, la ira, y todas las excusas que nos hayamos podido dar para mantenernos en la posición de “superioridad”, que nos impide el cambio.

Aunque este cambio de miedo, porque parece que nos vaya a conducir a sentirnos culpables, en realidad lo que proporciona es una liberación y alegría inmensa, porque habremos dejado de resistirnos a ver algo de nosotros que nos limitaba, y que una vez reconocido y transcendido, da lugar a un nuevo ser que estaba deseando ser despertado.

romangonzalvo.com