Psicología

¿Existe la verdadera amistad?

Siempre se han oído las típicas frases “quien tiene un verdadero amigo tiene un tesoro” o “los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano”. A juzgar por estas expresiones de la sabiduría popular, pareciera que la verdadera amistad, algo que todos querríamos, es difícil de conseguir. ¿Por qué es así si todos deseamos lo mismo?, lo lógico sería que si esto es una necesidad común, se diera comúnmente también. Sin embargo no es así.

Un verdadero amigo, solo es posible si se dan ciertas condiciones fundamentales: que se de una conexión especial; que ambas personas se quieran lo suficiente, como para negarse a sí mismas (sus propios intereses) cuando llegan los momentos en que los intereses de cada uno no coinciden; que se cuide el día a día en la relación, es decir, que exista el esfuerzo por mantenerse en contacto más o menos frecuentemente si la relación no es muy asidua; que se demuestren (se hagan visibles, se verbalicen) los sentimientos positivos hacia la otra persona; que no se tomen las desavenencias como ataques personales sino como puros malos entendidos que necesitan aclararse; que se prioricen por encima de todo los valores del amor y la paz; que se tenga especial voluntad por estar en los momentos más difíciles que pase la otra persona; que se participe de las alegrías del otro; que se le cuide, es decir que se le trate como sabemos que le gustaría ser tratado.

 "El amor y el perdón ganan sobre las decepciones"

 

Todos entendemos perfectamente qué significa ser y comportarse como un verdadero amigo. El problema reside en que todos solemos serlo, “hasta que el otro deja de comportarse como tal”. Ante lo cual, nos sentimos profundamente heridos, y al no recibir el trato que esperaríamos en ese momento, sentimos que “nos han fallado” como amigos, y decidimos dejar de invertir energía en esa persona. Nuestro ego herido, se ha declarado en guerra. La demanda de éste por sentirse querido, y no recibir lo que nos exige, nos impone distanciarnos de esa persona, aunque sea la más importante de nuestra vida. Porque nosotros (nuestro ego) es todavía más importante que él o ella.

Curiosamente esta actitud no se toma cuando nuestros hijos “nos fallan como hijos”, ¿porque?. ¡Porque estarían fallándonos constantemente!. Es decir, porque el amor y el perdón ganan sobre las decepciones. En el caso del amor paterno-materno, surge solo (genéticamente), pero en la amistad “hay que ponerlo”. Así pues, un verdadero amigo lo tendrá aquel que pueda amarle y perdonarle, siempre.

Psicólogo