Psicología

El día de los vivos

“La Juani” es una mujer que perdió a su marido inesperadamente por un infarto hace 6 años. Desde entonces, todos los días va al cementerio a “limpiar” la tumba de su esposo, y preocuparse de que “esté bien cuidado”. Para ella no existe un “día de los difuntos”, porque está con su difunto todos los días.

Todos sabemos que este comportamiento no es el habitual hoy en día. Para darnos cuenta de ello solo tenemos que darnos una vuelta por el cementerio de cualquier ciudad. Sin embargo para “la Juani” esta costumbre le supone un quehacer diario, un deber, incluso una compañía, porque la realidad se crea en nuestra mente, y en la suya su marido “vive” en el cementerio. Podríamos pensar “qué pobre mujer”, ya que no olvida su pérdida, pareciera que todavía no ha superado el duelo. Sin embargo significa todo lo contrario: un sentido en su día a día, una motivación. La aceptación total de la muerte, que en su caso es recordada constantemente sin pesar.

Por otro lado, “vivimos como si no fuéramos a morir” tal y como dice nuestro médico Ángel Cornago en su libro ‘El paciente terminal y sus vivencias’. Al contrario que “la Juani”, hemos dado una patada tan fuerte a la muerte para alejarla de nuestra vida, que cuando alguien cercano muere, a veces supone un drama tan grande, que se convierte en trauma. Y ni que decir tiene si la muerte nos llega a nosotros mismos, incrementándose este trágico momento si además somos jóvenes. Si en tiempos de Freud el tabú social era el sexo, en nuestra cultura “que todo lo puede” es la muerte, contra la que nunca vencemos. La prueba de que nuestra sociedad da la espalda a la muerte, es que cuando sale en una conversación, muchos prefieren cambiar de tema.

Aceptar la muerte en nuestra vida, no significa que nos tengamos que morir con nuestros muertos, como titula el libro de René Trossero, sino que reconozcamos que esta vida es temporal, que nos guste o no, estamos de paso, y que para nuestros bisnietos o tataranietos no seremos nadie, como si no hubiésemos existido jamás. Duele reconocerlo, pero es la verdad de la impermanencia de las cosas, algo insistente en budismo. Toda la naturaleza es así. Y vivir ignorando esto es vivir en una fantasía, que más que ayudarnos a disfrutar del presente, nos lo impide, puesto que vivimos en un presente irreal (virtual).

No hace falta ser una “Juani”, pero aprovechando el día de los muertos que se aproxima, no estaría mal retirarnos si no al cementerio, a otro lugar, para meditar un poco sobre la muerte, dedicándole un espacio de atención a esa realidad de la vida que eludimos el resto del año. El día de los difuntos, además de ser el día oficial para recordar a los seres queridos que ya no nos acompañan, es un día que nos recuerda la vida que todavía disfrutamos. Y no la disfrutaremos en su plenitud, si la desligamos de su compañera inseparable.