Psicología

Duelo

Duelo, proviene del latín: dolor. El dolor que nos hace sentir nuestro ego (mente emocional) ante la pérdida de algo que teníamos, de algo que queríamos. Algo que se nos ha arrebatado sin nuestro consentimiento. Ante esto, el ego se rebela con fuerza, mostrando una gran resistencia hacia la realidad actual: la ausencia de lo deseado. Y es esta resistencia la que nos provoca tanto dolor. Cuanto más dure nuestra resistencia (nuestra falta de aceptación), más durará nuestro duelo, más se prolongará nuestro dolor.

¿Cómo parar este dolor?. La respuesta es que no existe tal opción. La vida trae consigo circunstancias que duelen, al igual que trae otras que nos producen placer. No es posible quedarse sólo con un aspecto de la realidad; no es posible que el día tenga solo horas de luz.

Pero sí es posible tomar una actitud ante ese inevitable dolor, que nos evite un sufrimiento desgarrador. ¿Cuál?, la comprensión de que LA vida es superior a MI vida, y no tengo el control de ésta; la actitud de aprendizaje de todo lo que esta vida me presente; el compromiso con el propio crecimiento personal. Algo que no evitará el dolor, pero sí mi experiencia negativa ante él.

Cómo conseguir esta actitud es difícil de decir, pero desde luego el comienzo es no huir del dolor, sino todo lo contrario: ponerlo frente a mí, y mirarlo fijamente. Sin juzgarlo, sin reaccionar, solo contemplándolo. Para nuestra sorpresa, al cabo de un tiempo (dependiendo de la magnitud de la pérdida) esta observación hará que el dolor merme, ofreciendo valiosos y sorprendentes aprendizajes para el resto de nuestra vida.

Una actitud positiva, comprensiva y compasiva con nuestro propio dolor, nos proveerá de paz. Una actitud negativa, rebelde y despreciable con él, prolongará la agonía sin límite.