Navarra

Hacia el 2021, Año Santo Jacobeo

Grupo de Tudela realizando el Camino de Santiago. Foto: Rolando Baigorri Vicente
La ruta jacobea ha sido un fenómeno capital para Navarra a lo largo de su historia.

Iniciado en los siglos VIII y IX, ascendente en las dos centurias siguientes, en su cénit en los siglos XII y XIII, todavía pujante en el XIV y XV, progresivamente descendente en los siglos XVI, XVII y XVIII, y claramente decadente en los siglos XIX y primera mitad del XX, conoce a partir de esa fecha una inflexión extraordinaria. Una trayectoria que, gracias a la acción pionera de personas individuales y asociaciones -comenzando por la de Estella (1962)-, y al impulso cada vez más coordinado de instituciones civiles, religiosas y sociales, recupera el Camino de Santiago como Itinerario Cultural Europeo (1987) y como Patrimonio de la Humanidad (1992). Y todo ello, con la presencia física y renovada del peregrino, que reconoce realizar su recorrido por razones religiosas, culturales, turísticas o deportivas.

Aunque todos los caminos conducen a Santiago -al igual que a Roma-, las necesidades de los caminantes, las dificultades de la ruta y la búsqueda de una mayor seguridad hicieron que, a partir del siglo XI, se frecuentaran algunos itinerarios que terminaron siendo los principales. La posición de Navarra, al pie del Pirineo y fronteriza con Francia, hizo que las tres principales vías procedentes del norte, centro y este de Europa convergieran junto a San Juan de Pie del Puerto y, salvando el Pirineo, llegaran a Roncesvalles, que pasó a ser, después de Santiago de Compostela, el lugar más emblemático de la ruta. Recibirá el nombre de “Camino francés” y atraviesa Navarra de norte a suroeste, pasando por Roncesvalles, Pamplona, Puente la Reina, Estella, Los Arcos y Viana. Los peregrinos procedentes del sur de Europa, atravesado el Pirineo por Somport, se encontraban con los anteriores en Puente la Reina. La más famosa guía de peregrinos, el Codex Calixtinus, escrita por un clérigo francés a mediados del siglo XII, nos dice que “desde aquí todos los Caminos se hacen uno a Compostela”. Será conocida como “Camino aragonés”. No fueron las únicas, aunque sí las principales. A ellas se unieron el Camino de la Barranca, el Camino del Baztán, el Camino del valle de Aibar, y el Camino de la Ribera, que recogía los peregrinos procedentes del sur de Europa que, por tierra o por mar, arribaban a las ciudades de Barcelona o Tarragona. Este fue el recorrido del infante don Carlos, el futuro Carlos III el Noble, en 1382. Tras salir de Barcelona, vía Tarragona. Lérida y Zaragoza, llegó a tierra navarra para continuar viaje a Compostela.

En los últimos años, fruto de la revitalización jacobea general, los caminos de la Ribera han experimentado un cierto impulso. Sobresale, entre ellos, el tramo navarro del llamado “Camino del Ebro”. Normalizado ya y completamente señalado a su paso por Cataluna y Aragón, la ruta penetra en Navarra por Cortes y, a lo largo de 24 kilómetros, discurre paralela a la vía del ferrocarril, por el camino adosado al Canal Imperial. La ruta, tras atravesar Ribaforada, villa que perteneció a la Orden Hospitalaria, llega a Tudela, ciudad monumental que conserva una importante iconografía jacobea en el claustro.

La recuperación de la ruta, a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha traído consigo, también en Navarra, una revitalización del Camino en todos los órdenes: restauración de monumentos, fijación y mejora de la ruta, atención física y espiritual al caminante, y un auge no pequeño de pequeños negocios hosteleros y turísticos, con el empuje económico y el arraigo social que eso supone en una Navarra rural especialmente falta de incentivos para asentar su vecindario.

Pereginos de Emaús, en el Claustro de la Catedral Tudela

¿Está salvado el Camino? A la vista de los datos, cabría pensar que sí. Es más, no son pocos, entre los que me encuentro, los que consideran que el Camino ha estado a punto de morir de éxito. Hoy, como ayer, la ruta jacobea es un todo complejo en el que conviven los intereses religiosos, espirituales -que no es lo mismo-, culturales, económicos y sociales. Un Camino que en la última década ha llegado a estar casi saturado, y en el que han primado más los intereses económicos y turísticos, nada despreciables, que los religiosos y culturales, verdadero elemento diferencial de la ruta.

El 25 de julio de 2021 es domingo, Santiago de Compostela estará de celebración. El Camino del Ebro ha experimentado un cierto impulso y como el Codex Calixtinus demanda, los peregrinos tienen derecho a hospitalidad y una acogida respetuosa

Con la llegada de la pandemia, la peregrinación ha disminuido drásticamente. En los nueve primeros meses de 2020, en Roncesvalles se han contabilizado 9.210 peregrinos a pie, el 17% de los que pasaron el año anterior. Una mala noticia, sin duda. Pero haciendo de la necesidad virtud, se nos ofrece la oportunidad de repensar el Camino que podemos ofrecer en la fase de pospandemia. 

Nuestro primer reto es el Año Santo que tenemos a la vuelta de la esquina. Desde 1122, gracias a una bula del papa Calixto II, como todos los años en que el 25 de julio es domingo, Santiago de Compostela celebrará el Año Santo Jubilar. Los peregrinos, a medida que la pandemia sea vencida, volverán a recorrer esta ruta milenaria. Y todos, instituciones religiosas y civiles, asociaciones y ciudadanos de a pie, deberíamos tener claras nuestras prioridades. En el Camino deben tener cabida todos, desde el romero que opta por los albergues, hasta aquellos que prefieren hostales y hoteles con estrellas. Pero el objetivo debe ser atender al peregrino de forma integral: además de albergues y hoteles, iglesias abiertas, monumentos disponibles y cultura a su alcance. El Camino debe ser un espacio cultural, artístico y turístico, sin olvidar su vocación primera: corredor abierto a lo espiritual, que favorezca el encuentro con uno mismo, a la amistad y a la solidaridad. Ni más ni menos que lo que demanda el Codex Calixtinus en sus dos últimas líneas: “Por lo que se debe saber que los peregrinos a Santiago, pobres o ricos, tienen derecho a la hospitalidad y a una acogida respetuosa”.

¡Buen Camino!