Navarra es una gran puerta que abre el pirineo para comunicar la península con el centro de Europa. Las aves migradoras aprovechan este puente natural en su trasiego desde Africa al centro de Europa durante la primavera y en sentido contrario en el otoño. Los habitantes del medio rural han aprovechado desde siempre estos recursos naturales, a la vez que han desarrollado un importante acervo cultural para su caza. En los últimos 70 años de crecimiento económico, hemos aceptado lo inaceptable, la destrucción de nuestra naturaleza y de la cultural rural, del aprovechamiento sostenible de sus recursos ¿Es el poder del dinero tan grande como para ser capaz de destruir el mundo rural y a sus gentes en completo silencio, sin que nadie diga nada?
La forma de vida rural está dedicada aquello que les importa a estas personas, a sus valores, a sus plantas y a sus animales, a las actividades que les apasionan como la caza. Sin embargo, la destrucción del planeta que hace posible el crecimiento económico, empuja a la opinión pública en contra de la vida rural y de sus valores. Los abusos y los peligros de la redención populista y urbanita, te persiguen por ser rural, por cuidar el campo y el monte, por aprovecharlo de forma sosteniblemente con la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la pesca y la caza. Los amantes de la naturaleza, de la vida a cielo abierto, de la caza, no son personas sin obligaciones y sin derechos, a pesar de que los animalistas lo intenten.
Cuesta menos enfadarse que informarse, muchos cazadores están enfadados y han perdido la confianza en la sociedad y sus instituciones, porque se les responsabiliza tanto de la pérdida de la biodiversidad cómo de las plagas, cuando la realidad es lo contrario. La ciencia, la cultura y la convivencia son necesarias para defender y recuperar nuestra naturaleza. Somos muchos los que no tenemos miedo y estamos seguros de que queremos hacer lo que nos apasiona, salvaguardar la vida silvestre, sus hábitats, la fauna y aprovecharla racionalmente.
Afortunadamente todavía tenemos suficiente número de codornices para cuidarlas y cazarlas de forma sostenible. Esto nos exige hacer un seguimiento anual de la población, los datos de las jornadas de caza, las muestras biológicas de las codornices abatidas y las fichas de la codorniz son nuestras herramientas. En el laboratorio de fauna silvestre estamos recibiendo todos estos materiales para su estudio. Sin embargo, muchos cazadores todavía tienen que desperezarse para enviar sus encuestas, datos y muestras. Otros tienen las codornices congeladas y pueden recoger las alas y completar las fichas.
Nuestro conocimiento de la codorniz durante su paso y estancia por Navarra, por ahora se restringe a unas pocas localidades que han aportado muestras biológicas: Beire (26.3%), Carcastillo (38.8%), Idoate (9.9%), Idocin (3.9%), Munárriz (7.9%), Tudela (7.9%), Ujué (3.3%) y Unciti (2.0%). Necesitamos que muchos más cazadores y localidades navarras pierdan el miedo y se sumen al seguimiento de la codorniz, porque de esa forma podremos contar una historia más esperanzadora. ¿Para quién es útil la destrucción de la naturaleza? Para nosotros lo valioso es vivir en ella, cuidarla y aprovecharla de forma sostenible, porque amamos nuestra pertenencia al mundo rural y tenemos otras prioridades distintas a ganar dinero con la destrucción de los ecosistemas o con la represión del mascotismo sobre los animales de compañía.
Sentimos y vivimos a favor de la naturaleza y contra el sinsentido del consumismo sin límite. Nuestra forma de vida transciende el mundo moderno para conectarnos con el paisaje y la vida silvestre. Hablar de la codorniz y de la caza es un relato que cuenta nuestra propia historia avanzando en el sentido que deseamos, lejos de dejar amilanarnos por la neuropublicidad y los intereses del poder.
