Tudela

Los roscos de San Blas, una tradición que podría perder su carácter artesanal

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Tradición y artesanía

Como cada 3 de febrero, los tudelanos se preparan para conmemorar el día de San Blas degustando una de esas tradiciones culinarias de las de toda la vida, los roscos. La mayor parte de las panaderías y pastelerías de la ciudad se encargarán de que estos bollos “vacíos” o también llamados “roscos de merienda” estén listos desde primeras horas de la mañana, para que quienes lo deseen acudan a bendecirlos a la Iglesia de la Magdalena, previo consumo. Así, esta ermita del casco viejo tudelano acogerá ese día a más fieles de lo habitual, ya que en las dos celebraciones litúrgicas que oficiará el párroco Jesús Mª Argibide, una a las doce y media de la mañana y otra a las siete de la tarde, se bendecirán roscos y otros alimentos, siguiendo una tradición asociada a la prevención de los males de garganta, cuya facultad se atribuye siempre a San Blas. Quienes acudan a la parroquia sin haber comprado roscos, a buen seguro tendrán ocasión de hacerlo en el entorno de la Magdalena, donde aña tras año se instalan varios puestos de venta.

Entre los profesionales de la panadería que en la capital ribera cuentan con más experiencia a sus espaldas en lo que a elaboración de roscos de San Blas se refiere, se encuentra Santiago Aguado. Estos días se prepara para lanzarse de lleno a la elaboración de unos 600 bollos, de entre 200 y 300 gramos de peso, que luego se podrán adquirir a un precio que ronda los 3 euros por unidad.

Los roscos de San Blas se elaboran básicamente a partir de mantequilla, huevos, azúcar, leche y harina y se decoran con anises de colores o azúcar glass. A diferencia de los roscos de Reyes, los de San Blas van vacíos por dentro. Años atrás, los tradicionales roscos se elaboraban incluso a nivel particular, una costumbre que se ha ido perdiendo para delegar su elaboración en las pastelerías y panaderías de la ciudad. La mayor parte de ellas cuenta con una larga trayectoria a la que hoy en día no es fácil dar continuidad, tal y como opina Aguado. “Lo que siempre se ha hecho de forma artesanal, como es el rosco de San Blas, se convertirá tarde o temprano en bollería industrial ya que nuestro oficio es cada vez menos admirado por la gente y de alguna manera estas tradiciones están condenadas a desaparecer”, baticina. Sea como fuere, al menos de momento los roscos de San Blas seguirán conservando toda su artesanía.