Miguel Aguirre continúa el legado de su hermano Raimundo al frente de la alcaldía de Fitero y este año vivirá sus primeras fiestas como alcalde. Unas fiestas donde todo el mundo es bien recibido y su famoso 'bolo' atrae a vecinos de toda la zona.
¿Cómo ha sido el aterrizaje en la alcaldía?
Abrumadora. Ha sido llegar y afrontar la organización de un sinfín de actos previstos: rally, gastronomía, fiestas patronales… no me ha dado ni tiempo de organizar el despacho ni de organizarme yo. Todo se andará. En cuanto pasen las fiestas, empezaremos de verdad. Estos meses nos sirven para coger carrerilla.
¿Le ha dado algún consejo su hermano?
Su presencia permanente, estimulante e incondicional a mi lado es el mejor de sus consejos.
¿Cuáles son los puntos más inmediatos que quieren llevar a cabo?
Todo lo proyectado por el anterior equipo de gobierno: reformas en el Centro de Salud, campo de fútbol artificial, sustitución de todas las luminarias del pueblo por leds, comedor escolar, sala de psicomotricidad, parque intergeneracional…
Y a medio y largo plazo, ¿cuáles son los proyectos más importantes que tienen previstos desarrollar?
El programa con el que me presenté a las elecciones, ni más ni menos. 80 propuestas por las que vamos a ponernos a trabajar inmediatamente y que tienen, en el centro de todo, a las personas y la ejecución de proyectos sostenibles, económicamente y medioambientalmente.
Entrando en fiestas, ¿quién lanzará el cohete?
Finalmente lo lanzaré yo. No es que no me hiciera ilusión, que me hace, evidentemente; pero no he tomado la decisión hasta última hora para poder consultarlo con mi almohada y mis más estrechos colaboradores. Uno siempre sueña con poder lanzar el cohete de su pueblo y cuando puedo, en mi caso, dudo de hacerlo o no. Cosas de la vida.
¿Qué tiene de especial el famoso ‘Bolo’ de Fitero?
Que es la fiesta de la convivencia, que es la manera de expresar nuestra identidad, lo que somos, lo que queremos seguir siendo. Un pueblo unido que mira con esperanza hacia el futuro convencido de que las limitaciones deben ser convertidas en oportunidades.
Qué novedades vamos a encontrar en las fiestas de este año?
La estructura general de las fiestas es la misma que años atrás. Desde hace unos años se ha dado con unas fiestas que se viven muy de día, con muchos actos para todas las edades. Si ha funcionado, no hay motivo para cambiarlo. Lo importante es que la gente salga a la calle y disfrute, conviva, ría, cante, baile…
¿Cuáles son los actos más destacados de sus fiestas?
El primer fin de semana viene muy marcado por los actos que podríamos llamar tradicionales: el 'Bolo', la Salve, la procesión, los toros… luego, durante los siete días restantes, dedicamos cada día a un sector de la población: mujeres, niños, mayores, peñas… cada día tiene algo de especial.
A ti personalmente, ¿qué acto le parece el más emotivo, el que nunca se pierde?
Pues evidentemente, para mí, la mañana del día de la Virgen. Desde que suenan las dianas a cargo de la Banda de Música, cuando suena la diana “gotas de rocío” de Don Lorenzo Luis, un antiguo director de la Banda, la procesión, la Misa de la Virgen… para mí siempre ha sido el gran día de las fiestas. Este año seguirá siéndolo, sin duda, aunque de una manera diferente. Se acabó eso de ser un espectador.
La gente que viene de fuera, ¿qué actos no se puede perder?
Lo que la gente no se puede perder es el ambiente. Que el que venga se deje llevar. Eso son las fiestas. Uno sabe con quién empieza el día y no sabe cómo lo acaba. Actos diversos los hay a todas las horas: almuerzos y comidas populares. Y propuestas, muy variadas. Por eso lo mejor es que se deje llevar. Si quiere ver un pueblo unido, que no se pierdan el bolo y la cena de cazuelillas, donde hemos llegado a reunirnos 700 personas.
Un mensaje para que vecinos o visitantes disfruten de las fiestas.
Es hora de hacer un impasse; es hora de soltar nuestras agobiantes agendas y dedicarnos a nosotros y a los nuestros. Aparquemos todo lo que nos afana habitualmente y hagamos de las calles nuestra casa durante los nueve días de fiesta. Y que, ¡el tiempo nos acompañe!
