Navarra

¿Es Vasconia la tierra de los navarros?

En el artículo, titulado ¿Es Navarra la tierra de los Vascones?, se expresan algunas opiniones sobre la historia lingüística de Navarra, que en mi opinión no son excesivamente convincentes.

Mapa de vasconia
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Recientemente se ha publicado en esta revista un artículo del profesor Javier Andreu Pintado, en el que se informa de un reciente estudio de conjunto de la epigrafía latina descubierta en el yacimiento arqueológico de Santa Criz de Eslava, vestigio de una ciudad vascona de nombre desconocido. En primer lugar hay que felicitar al profesor Andreu por este nuevo trabajo, que se une a su ya extensa obra como investigador, divulgador y dinamizador de estudios en torno a la etnia antigua de los Vascones de los que todos, y yo particularmente, hemos aprendido mucho.

En ese artículo, titulado ¿Es Navarra la tierra de los Vascones?, se expresan algunas opiniones sobre la historia lingüística de Navarra, que en mi opinión no son excesivamente convincentes. Comienza diciendo el profesor Andreu que la conexión Vascones – Vascuence surgió de forma casi automática cuando “desde los años ochenta, en la investigación sobre Historia Antigua peninsular, se operó un reduccionismo por el cual, para legitimar históricamente las nuevas autonomías, se operaron identificaciones entre ellas y pueblos de la antigüedad grecolatina”. Es bastante obvio que esta afirmación supone un error cronológico de varios cientos de años. Se lee en documentos del monasterio de Leyre de 1060 y 1085, «Unam terram que est in loco quod dicitur in basconea lingua Mussiturria» (una tierra que está en el lugar llamado en lengua vascona Mussiturria); «Vineam que est in loco quem bascones vocant Ygurai mendico» (viña que está en el lugar que los vascones llaman Ygurai mendico). Precisamente de esta identificación surge la denominación vascuence para el euskera (baskontz, 1288; basconz, 1300; lingua basconcii, 1376; bascuentz, 1276; bascuenç, 1349; bascuenz...), a partir de la expresión vasconice loqui 'hablar a lo vascón, a la manera de los vascones' que será a la larga la predominante en la documentación en lengua romance posterior. En el siglo XI el etnónimo Vascones debía estar bien asentado, puesto que lo encontramos en el nombre de nuevas poblaciones repobladas por "vascongados" en las (actuales) provincias de Burgos, Soria, Asturias y Galicia: Villabáscones, Bascuñuelos, Basconcillos, Báscones, Bascuñana, Bascos, Bascois... La grafía V- es más abundante en Galicia, Portugal y Toledo: Vascos, Vascons, Vasconcellos y Vascao en Portugal; Vascos en Toledo. En 950 aparece Villa Vascones cerca de Burgos, y en León, en el siglo XI, existía Uascones también denominada Villa Uascon. Posteriormente, a partir del primer tercio del S.XII, se utilizó el etnónimo Navarros en el valle del Duero hasta Salamanca dando lugar a las poblaciones de Narros en Soria (Narros de Cuéllar, de Saldueña, del Monte, del Castillo, del Puerto, de Matalayegua), Narrillos (del Rebollar, del Valduncial, del Alamo, de San Leonardo) en Ávila y Salamanca. También encontramos otras poblaciones con el componente Naharros y Navarros. Este nuevo etnónimo se aplicará también a los vasco-hablantes, de ahí la expresión documental «lingua navarrorum», tan conocida, o que en el Fuero General de Navarra se diga «Et por tal ferme dize el navarro gayces berme», «otrossí (...) don dize el navarro ones berme». Por lo tanto vemos que la identificación/sustitución Vascones > Navarros se realizó en la Edad Media, no a finales del siglo XX.

Claro que entre los Vascones de Salustio y Tito Livio y estos vascones medievales han transcurrido muchos siglos y varios procesos históricos. Uno de ellos, quizás el primordial, es el proceso de etnificación, lo que el profesor Andreu denomina la «creación» de los Vascones por Roma. Esta idea está plenamente aceptada por la historiografía actual, y nos ha permitido superar ideas erróneas como la "expansión" de los vascones, la dicotomía ager/saltus o la aquitanización tardía. Utilizando palabras de Gerardo Pereira-Menaut, podríamos decir que los conquistadores-organizadores romanos se vieron en la necesidad de fijar fronteras administrativas claras y limpias en un mundo sin fronteras claras ni limpias, ni en lo social ni en lo lingüístico. Y para ello tuvieron que conocer y estudiar la etnografía y la lingüística, la personalidad de los pueblos. No hubo improvisación ni fantasía, sino atención a las realidades culturales que encontraron, aunque también geo-política, atención a sus intereses colonizadores. Podemos decir que Roma creó a las distintas etnias peninsulares, galaicos, astures, celtíberos, berones, vascones..., aunque no las creó de la nada. También creó los Pirineos, por cierto, como frontera, dividiendo a poblaciones que hablaban la misma lengua o lenguas parecidas.

Según diversos investigadores se podría afirmar que el emperador Augusto tuvo un papel activo en la demarcación de las entidades poblacionales y en la confección de las corografías que utilizaron los geográfos grecolatinos posteriores. Es bastante incomprensible que se diga que Ptolomeo compuso artificialmente una lista de ciudades vasconas desde Alejandría en el siglo II d. C., cuando es suficientermente conocido el epígrafe funerario de Caius Mocconius Verus en el que se especifica que había realizado un censo de 24 comunidades vasconas y várdulas (XXIII[I] civitatium Vasconum et Vardul(l)orum), el mismo número que las recogidas por Ptolomeo, que certifica a la par el valor administrativo de las "etnias" peninsulares.

Respecto a la cuestión estrictamente lingüística es comúnmente aceptada la complejidad lingüística del Valle Medio del Ebro en época romana, pero decir que "debieron ser pocos, contadísimos, minoría, los hablantes de vasco en la Navarra antigua" no deja de ser una afirmación sin fundamento objetivo. Las lenguas por su naturaleza son invisibles. Lo que las hace visibles, la escritura, es un fenómeno cultural complejo determinado social e históricamente. No podemos emparejar la relación que hoy tenemos con la escritura con la que tuvieron los pobladores de estas tierras a la llegada de los romanos o en el proceso de aculturación. Pensemos que todavía sobre la Edad Media el historiador José María Lacarra decía, al referirse a los fondos documentales medievales navarros, que se vislumbraba a través de ellos “el pasado de un pueblo que se expresa por escrito en un idioma que no es el que habla, y que el suyo se le escapa a través de los documentos”. No es este espacio para debatir con detalle la historia lingüística de la antigüedad vascona, pero se puede hacer notar que si en el "hábito epigráfico", que es un signo de prestigio, encontramos tres zonas geográficas Aquitania, Zona Media de Navarra y Cinco Villas de Aragón más las Tierras Altas de Soria (no mencionada por el profesor Andreu) con onomástica (nombre de persona y de deidades) de una misma lengua, es más fácil pensar en unas fracciones de la población que se han promocionado socialmente, lo que les da acceso a espacios de representación que a la mayoría de la población les está vedados, pero con los que comparten una lengua, más que en un traslado de población, para el que es díficil encontrar explicación en los primeros siglos de nuestra era.

¿Qué vieron los romanos en aquellos Vascones, que luego serían Vasconia y más tarde Navarra? Pues probablemente una lengua, diferente a las de sus vecinos (aunque no todos la hablaran), pero seguramente algo más, unos lazos económicos, unas formas de organización comunes (no se han encontrado entre los vascones unidades organizativas como las denominadas gentilitates y expresadas en genitivo del plural), tal vez relatos identitarios luego perdidos (o transformados), etc. No lo sabemos todo, pero tampoco no sabemos nada.

sesenco