Vivimos tiempos difíciles y el ser Inteligente, ya no es suficiente. Cada vez estamos más preparados y sufrimos de Titulitis, con la esperanza de encontrar un buen trabajo que nos permita vivir una vida cómoda y sin contratiempos.
Pero… ¿Qué ocurre cuando nuestra vida ya no es tan cómoda? ¿Cómo nos sentimos cuando empiezan a aparecer esos contratiempos? ¿Cómo reaccionamos? ¿Cómo los afrontamos?
Cuando contestamos a este tipo de preguntas, empleamos términos relacionados con la comunicación, autocontrol, confianza en sí mismo, creatividad, intencionalidad… Surge entonces un nuevo concepto de Inteligencia: Emocional.
La Inteligencia emocional es un conjunto de habilidades que desarrollamos a lo largo de nuestra vida y que nos permiten conocer, comprender y gestionar nuestros propios sentimientos; Interpretar o enfrentarnos a los sentimientos de los demás. Son las herramientas que necesitamos para vivir nuestra vida de manera satisfactoria.
¿Cómo nos beneficia el desarrollo de habilidades Emocionales?
Cuando fantaseamos con el futuro de nuestros hijos, los visualizamos como personas de éxito, en todos los sentidos. Según datos de ‘The Consorcium for Research on emotional Intelligence in Organizations’, el éxito en la vida depende en un 77% de cómo manejemos nuestras emociones, y de la capacidad que tengamos para resolver las dificultades, relacionadas con nuestras propias emociones y con las de los demás. Pero… ¿Ponemos los medios para conseguirlo?
Una persona que goza de una Inteligencia Emocional saludable, es capaz de identificar y transformar las situaciones que no le benefician emocionalmente, de tomar sus propias decisiones porque confía en sus posibilidades, de levantarse cuando los resultados no son los esperados, de analizar y buscar soluciones responsables a los problemas… en definitiva, es una persona capaz de dirigir su vida adaptándola a las circunstancias, con el único propósito de ser feliz consigo mismo y con los demás.
Sandra Morales Láinez
Pedagoga
