Opinión

Colaboración Un ‘Santa Ana’ extraño, apto para pensar

Extraño, porque este año se nos presenta casi subsumido por unas importantes elecciones nacionales y todos sus consiguientes avatares.

Extraño, también, porque acaece tras un largo período, de más de dos años, de fuerte tensión social, en la que todos nos sentimos ansiosos, desconcertados por los grandes y rápidos avances tecnológicos, científicos y de conectividad, siendo, así mismo, conscientes de los grandes problemas, algunos mundiales y otros cercanos, de todo tipo: ecológicos, violentos y de desigualdades escandalosas.

No podemos continuar defendiéndonos con nuestro egoísmo y egolatría.

Mi propuesta es que nos abramos a recapacitar acerca de nuestra situación en el mundo. Los seres humanos somos, sin duda, los entes vivientes más desarrollados y más capaces de todos los existentes en el cosmos. Desde luego, los más completos y dignos. Por ende, los más responsables de lo que ocurre en el mismo.

Valoremos, como ejemplo, algunos de los rasgos más significativos que nos diferencian de todos los demás vivientes:

  • Tenemos racionalidad: capacidad lógica abstracta; aptitud para discurrir, comparar y seleccionar.
  • Poseemos ideas, ideales e ideologías.
  • Somos competentes para reflexionar, reconocernos y resituarnos, lo que nos permite ser autónomos y autores de nuestra vida.
  • Vivimos “el” tiempo y no sólo “en” el tiempo, abiertos a ser “historiadores de nuestra historia”, a configurarnos con lo vivido y a tener un futuro previsible y programable. De hecho, somos “los únicos seres capaces de hacer promesas”.
  • Estamos preparados para “decidir” y no sólo “elegir”.
  • Disponemos de una afectividad mucho más profunda y evolucionada, capaz de interconexiones íntimas. A día de hoy, ninguna tecnología puede sustituir ni superar la “comunión íntima” entre dos humanos cara a cara.
  • Disfrutamos de un “mundo interior” propio, con su consiguiente conciencia de sí mismo, sus vivencias, sus motivaciones, sus deseos y su autocontrol.
  • Somos aptos para vivir siendo libres y para trascender.
  • Somos únicos y unos, con una tendencia innata hacia la plenitud.

Os propongo que aprovechemos las Fiestas Patronales para pensar un poco en todo esto.

Volvamos a nuestra cordura. Vivámosla con sencillez y sobriedad, aceptando y asumiendo nuestra vulnerabilidad, abiertos a los demás y a lo “otro”.

Apostemos por ser “seres en comunión” con toda la humanidad y con toda la naturaleza. Demos a los “otros” las tres “T” propuestas por algunos: techo, tierra y trabajo. A la naturaleza, liberémosla de nuestros abusos y explotaciones.

Para lograr todo ello, dotémonos de dos de nuestras fuerzas infalibles: la “alegría” (“apuesta deleitosa por la vida”, según Fernando Savater) y la “esperanza” (viendo posible lo que deseamos).

Somos los grandes motores del mundo.