Opinión

¿Qué Trump ha ganado?

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El título de esta entrada no está elegido al azar. Pretende, por un lado, ironizar sobre la sorpresa que causa a estas horas, después de tanto escrito sobre el tema, que Trump sea el nuevo presidente de los Estados Unidos; y por otro lado, se trata de preguntar, de preguntarnos, cómo ha sido posible que lo haya hecho.

¿Lo ha hecho Obama tan mal? Algo que debemos saber es que no se tiene la misma impresión de un presidente en el propio país en el que se gobierna que en el exterior. Lo mismo ocurre para Estados Unidos. Mientras que Kennedy, por poner un ejemplo, está favorablemente reconocido en otras potencias como Alemania o Francia, pasa relativamente desapercibido en su propio Estado. Algo parecido pasa con Obama. No es que el 44º presidente desarrollara malas políticas, sino que el ciudadano medio estadounidense está decepcionado. Ha comprobado que, tras ocho años en la Casa Blanca, aunque no haya errado, esos discursos, que se caracterizaban por su grandiosidad y ambición, han quedado en nada.

Estados Unidos es el ejemplo del capitalismo: pocas fronteras, liberalismo de mercado, bajos impuestos, etc. La falta de control (o de intento de control) por parte de la administración americana sobre la economía, que no se ha traducido ni en intentos de redistribución de la riqueza, ni en la implantación de impuestos de carácter progresivo (el propio Trump fardaba de no haber pagado impuestos federales), ni en medidas sociales que pudieran paliar la exclusión social, ha llevado a convertir la (ya) segunda potencia mundial en una sociedad enormemente desigual. Ante la desesperación, ante más administración Obama o algo nuevo, la sociedad americana se ha decantado por lo segundo. Nos guste más o menos, la victoria de Trump es consecuencia de la derrota ideológica y política de Hillary y Obama.

Un punto importante que hay que recordar (a veces es necesario), es que como no estamos en la barra de un bar, y pocos de aquí somos politólogos, para no parecer ignorantes, lo mejor será evitar comparaciones ridículas, tortuosas o absurdas con la política española. Cada país es un caso, EEUU no es Rusia, España no es Venezuela y EEUU no es España. Así que si hablan de política norteamericana, céntrense en política norteamericana.

Unai Iriarte

Historiador