El MIR de Méndez de Vigo. La preparación de los docentes es deficiente

No hace mucho el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo hizo una propuesta desde Galicia en materia educativa en la cual proponía la implementación de un “MIR para profesores”. La comparación, desde luego, deja mucho que desear, pero centrémonos en la idea para tratar de saber cuáles son sus puntos fuertes y débiles. 

Esta medida del Partido Popular aboga por una mayor especialización pedagógica docente, en la cual se ha incidido desde la Unión Europea. La mayoría de los países del viejo continente tiene un sistema educativo que se caracteriza por el modelo simultáneo, esto es, la formación del profesorado de Secundaria combina de manera bastante proporcional elementos pedagógicos y formativos. Así, en países como Alemania o Finlandia, los profesores han completado una formación curricular que incluye enseñanzas de aprendizaje para el alumnado por un lado y los propios contenidos que se espera que sean capaces de impartir en la materia que les corresponda en el aula. 

Si existe un aspecto que caracteriza la legislación española es su habilidad por hacer las cosas de manera diferente. A menudo, peor. En España la formación del profesorado de Secundaria responde a un modelo consecutivo, en el que prima el conocimiento de la materia sobre los aspectos pedagógicos. Este déficit en técnicas de enseñanza-aprendizaje ha tratado de ser suplido de maneras bastante toscas: mediante la implantación de un curso de adaptación pedagógica (CAP) en un principio y a través del Máster en Formación del Profesorado en la actualidad. 

En este país existe un problema con las capacidades pedagógicas de los docentes. Sobre todo tiene que ver con su escaso nivel de formación. La propuesta del Partido Popular pretende corregir este déficit formativo añadiendo un año más de estudios. Esta medida plantea varios inconvenientes. El primero y fundamental es que no soluciona el problema. Un mayor periodo de dedicación a la formación en pedagogía antes de entrar al mundo laboral no se traduce necesariamente en una mejor capacidad del docente para enseñar. Es cierto que las prácticas son básicas, pero ya se hacen en el Máster y, será después, durante el periodo laboral cuando se vaya obteniendo la experiencia. El segundo de los problemas de la propuesta tiene que ver con el precio de la formación. No sé muy bien cómo, pero se espera que un estudiante sea capaz de pagarse una carrera universitaria y después dos años de máster (seis en total). El tercero, que exista un profesorado “low cost” (como bien sentenciaba la diputada navarra Ione Belarra en el Congreso de los Diputados) que cubra puestos que debieran corresponder a otros docentes que la administración pública prefiere no contratar, además de conseguir que los “becarios” realicen este trabajo (casi) gratis, todo ello en detrimento del profesorado y del sistema de enseñanza en general.

En definitiva, señor ministro, si lo que desea es que el cuerpo docente adquiera mejores capacidades pedagógicas, proponga pasar de un modelo consecutivo a uno simultáneo, a la par que los países europeos a la vanguardia en Educación. Impulse una reforma en la que los conocimientos académicos relacionados con las aptitudes pedagógicas se puedan adquirir desde los primeros años de la carrera universitaria, no al finalizar esta, pagando más por un máster después y retrasando la edad de reinserción laboral, lo que en última instancia se traduce en una precarización de la educación en España.