Opinión

La intromisión machacona

Cuando eramos unos “chiquillos” en nuestra familia toleramos todo tipo de “acositos” sin rechistar. Pero, al crecer y despertarnos del uso de la razón empezábamos a decir ya es bastante, nos rebelábamos. Nuestros padres disconformes al menos nos toleraban que al cumplir la mayoría de edad debían dejar a sus “críos” que tomen la iniciativa, quedaban inauguradas sus “responsabilidades” como “adultos”

Fuera del núcleo familiar la intromisión machacona se nos mostraba intolerable y por eso la repelábamos como podíamos. ¿Y qué pasaba con los tíos y primos? ¿Hasta cuando tenemos que aguantar el acoso de algún pariente entrometedor? 

Por desgracia, deshacer de esas presiones insoportables no eran fáciles, siempre nos mostraban como pan comido para algún pariente “tóxico”. Romper el vínculo de parentesco no se nos pasaba por la cabeza ante semejante “cariño” que nos habían ayudado en una necesidad familiar. ¿Y ahora qué acabamos de sufrir tanta presión atmosférica? 

En muchos casos romper con algún pariente o alejarnos de ese entorno envenenado nos estaban resultado casi “imposible” por motivos de encariñamiento. Muchas de las alternativas nos resultaban como posibles, la única segura es alejarnos y olvidarnos para “siempre”, porque según nuestra experiencia familiar nadie quiere cambiar al menos, si bien, una personalidad “psicopática” permanecerá “de los siglos por los siglos”.

En ciertos casos, se dice que el hombre es un ser social, estamos en lo cierto. Hemos venido al mundo para ser libres y no para depender de nadie. Las relaciones humanas son complicadísimas, nosotros hemos creado una realidad discordante (nuestros pensamientos crean vida: “somos lo que pensamos”).

Durante la etapa de “minoría de edad” no teníamos responsabilidades sobre nuestro destino, en las siguientes etapas nos mostrábamos tal como pensábamos y de ahí debemos ser conscientes de nuestra forma de ser y hacer que nuestro destino está en nuestras manos. Tenemos que despertarnos y tomar conciencia de nuestra situación personal, rechazar todo tipo de manipulaciones esclavistas y aborregadoras. 

Somos libres para rechazar y deshacer toda intromisión machacona: alejarse de ambientes y entornos familiares intoxicadores. No podemos cambiar a una persona dominante. Las creencias se pueden cambiar si fueran mentales, no así si proceden del espíritu humano, pues todo lo que sale del “corazón” depende de la divina providencia y no de nuestros esfuerzos humanos.

Por otra parte, también debemos estar atentos a nuestro entorno interdependiente que nos quieren atarnos a sus “intereses creados” por una sociedad sin valores espirituales, como estamos en una vorágine de los medios de comunicación social esclavistas del nuevo orden social que buscan satisfacer sus intereses egoístas.