Opinión

El concepto de revolución en la sociedad inteligente

Platón: «Feliz la nación en donde los filósofos son reyes y en donde los reyes son filósofos».

Navarra izquierda derecha
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En la sociedad del conocimiento devenida en Sociedad Inteligente, el “rey filósofo” es la propia sociedad en su conjunto. Así que hablemos del Reino de Navarra y de la Sociedad Inteligente.

Cualquiera que tenga interés en el devenir sociopolítico y piense un poco sobre ello fuera de los dogmas ideológicos al uso se da cuenta en seguida de que estamos inmersos en un proceso de cambio imparable con muchas facetas que empiezan ya a afectar a nuestro imaginario, es decir, a la forma en que damos por hecho el mundo. Como ejemplo, vemos que afortunadamente se ha ido implantando en la sociedad la idea de la necesidad de “competir innovando”. Es decir, hemos introducido en el consenso general del pensamiento de la sociedad, en nuestro imaginario, que la investigación y la innovación a la que nos puede llegar a conducir el conocimiento adquirido es algo positivo, y que hacerlo es necesario.

Seguro que hay mucha gente que aún recuerda como hace cuatro días el trabajo de oficina no era considerado verdadero trabajo por parte de una sociedad basada en el campesinado. En este momento sucede algo parecido con cualquier actividad que no esté remunerada o que siga siendo desconocida para los demás, como muchas actividades alrededor de la informática o la cultura “formal”. Solo, al parecer, es “trabajo” aquello por lo que se paga, y la actividad artística (pintar, escribir, etc.) solo es aceptada cuando se produce en términos de mercantilización. Es solo un ejemplo de en qué consiste la raíz de la crisis del sistema que se llama crisis y a que grado de aberración nos ha llevado como sociedad.

Vivimos aun mentalmente en el mundo que produjo la revolución mecanicista del Siglo XIX, incluido un sistema de clasificación “especializado” de las cosas que llevó a considerar el conocimiento en compartimentos estancos. Lo mismo ha sucedido con el ser humano como tal. Todo eso ha ido cambiando claramente, y muchas estructuras de todo tipo creadas durante esa época están demostrando ser obsoletas. Los trenes ya no son a carbón, los mensajes ya no se envían en un papel. Los seres humanos no son solo “trabajadores” o “consumidores”, sino las realidades complejas que siempre han sido, pero evolucionadas. Y el sistema generado entonces es en sí mismo la crisis, porque está obsoleto.

Un aspecto de esta obsolescencia es el mantenimiento de credos ideológicos en el imaginario. Seguimos aun pensando la sociedad democrática en términos clasistas, seguimos manteniendo y nutriendo, por simple interés de encuadramiento sectario (“cuadras” son los “gaztetxes” de la actual polémica pamplonesa y asimilados) ideologías basadas objetivamente en credos que nada tienen que ver con la realidad, aunque formen parte de esta.

Esta situación es realmente nefasta para nuestra sociedad hoy y debemos darnos cuenta. Porque hay conceptos que deben ser puestos sobre la mesa de la discusión pública, pero están absolutamente contaminados por un poso cultural obsoleto. Uno de estos conceptos es el de revolución, eso que debemos llevar a cabo pero que no se hace porque el término se entiende desde ópticas ideológicas obsoletas.

Cuando se piensa en “revolución”, se sigue pensando en imágenes del romanticismo: el “heroico” “pueblo” armado, en un afán justiciero, asalta Versalles o el Palacio de Invierno y triunfa sobre “el poder” opresor, “liberando” así, en un acto presuntamente definitivo, a la sociedad. Cuando se es adolescente estas imágenes pesan mucho, porque los jóvenes (nos) se encuentran con una situación de injusticia social que les exige en muchos casos que cedan el tiempo de su vida, es decir la experiencia propia a la que tienen derecho inalienable por haber nacido, a personas que han llegado antes y han conformado la situación social de acuerdo con sus intereses que no siempre son justos, a cambio de sueldos que hoy apenas les permite subsistir o que se puedan desarrollar plenamente, porque los seres humanos hoy también son “mercancía” a manipular en el “mercado de trabajo” de la “crisis/sistema”.

Así que es fácil encontrarse con este concepto de revolución “heroica” desde la política en las escuelas, en los medios de comunicación y en la sociedad. Pero para la Sociedad Inteligente Democrática un concepto de revolución basado en la insurrección social no puede ser conceptuado más que como aberrante, el resultado de no aplicar inteligencia social al INELUDIBLE y continuo, por el mismo desarrollo de las tecnologías y el conocimiento en una sociedad de complejidad y diversidad crecientes, cambio social. Lo cual, entre otras cosas, muestra un sistema educativo muy obsoleto que pretende enseñar ciencia sin enseñar la filosofía subyacente: dudo que haya algún alumno actual que haya oído hablar de Kuhn o de Popper. Pero seguro que han oído hablar de Marx o de Lenin. Desde luego, creo Marx habría estado indignado por esto, porque el pretendió aplicar la ciencia positiva a la sociología, mas no parece que sus seguidores o creyentes lo estén.

Pero resulta que, lo queramos o no, estamos inmersos en un cambio de paradigma que requiere una actuación social revolucionaria para conseguir que, cuanto antes, la democracia alcance la categoría de Sociedad Inteligente. Porque el SISTEMA actual es la CRISIS actual. Y la sociedad inteligente debe empezar a gobernar para programar su obsolescencia controlada.

Aplicar la inteligencia al gobierno de la sociedad no es una idea nueva, ni mucho menos y tiene una amplísima solera en la sociedad occidental: es uno de nuestros mitos fundadores junto con el de democracia. Solón, los ensayos de gobierno del Pitagorismo en la Magna Grecia, los filósofos romanos, la “ciudad de dios”, Confucio en China, el despotismo ilustrado de Voltaire, o la misma revolución francesa en nombre de la razón ponen en evidencia el camino recorrido para aplicar “sabiduría” encaminada al bien común en el gobierno de las sociedades.

La gran diferencia es que hoy el acceso al pensamiento, tecnología y métodos científicos está extendido en la sociedad democrática, que además cuenta ya con mecanismos e instrumentos para poder desarrollar actuaciones desde la constitución de la Sociedad Inteligente a favor de un gobierno democrático de la sociedad desde la propia inteligencia objetiva. Veamos un ejemplo.

En la actual discusión sobre el estado social a cuenta de las pensiones falta un punto de vista que en sociedades inteligentes está sobre la mesa pero que aquí no se tiene en cuenta de la manera debida (es más, la ignorancia interesada lo desprecia). Se trata del concepto de Renta Básica Universal y Garantizada (RBUG) que en un momento determinado se propuso pero que ahora se oculta ante el fracaso político de los que lo propusieron. En las sociedades

democráticas avanzadas, esto es una realidad bastante desarrollada pero no de una forma rigurosa sino como el resultado de una aglomeración de medidas democráticas llevadas a cabo con objetivos primarios como “lucha contra la pobreza” o “inclusión social”. Pero se trata de algo más profundo, como intentaré explicar.

La RBUG debería ser vista como la forma democrática de garantizar la eficacia del mismo sistema democrático en una sociedad de diversidad y complejidad crecientes, un instrumento de adaptabilidad social que constituye una ventaja competitiva para las sociedades que lo adopten sobre aquellas que no lo hagan. En un sistema democrático eficiente basado en la RBUG no es necesario conceptos como ayuda al desempleo, ayudas a la maternidad o por hijos, ayudas a la dependencia o pensiones de jubilación, conceptos de una discusión obsoleta. Por supuesto esto haría al sistema muchísimo más eficaz ya solo en su aspecto burocrático, porque sería más claro y simple, y porque la tecnología nos está convirtiendo ya a todos en burócratas parciales y ocasionales en nuestra administración democrática. Una parte determinada del salario sería inalienable y constante, la propia RBGU, la jubilación si se diera tendría en cuenta baremos a partir de la RBGU, las ayudas por hijo serían rentas al hijo de acuerdo con un baremo progresivo hasta llegar a la plenitud de RBGU con la mayoría de edad, la prestación por cese de actividad laboral sería automática, bastaría con un solo tipo básico de contrato (on/off) laboral adaptable, etc. La educación/formación sería de por vida y adaptable, y sería necesario un Sistema Financiero Público para desarrollar la política de la Sociedad inteligente, lo cual no quiere decir “nacionalizar” ningún banco o actividad financiera privada si está perfectamente reglada y se conduce dentro de la ley. Como ejemplo.

¿Y cómo debería enfocar la Sociedad Inteligente esta propuesta? se preguntarán los que nos han acompañado hasta aquí. Pues en principio, sencillamente, como una hipótesis a estudiar.

Supongamos que un Gobierno Inteligente quisiera estudiar la aplicación de este nuevo sistema en Navarra para ver no si es viable o no, sino de qué maneras podría ser viable. Lo que se haría sería formar en el gobierno, tal vez con la colaboración social (Universidades, entidades sociales que puedan aportar conocimiento) un equipo de expertos independientes políticamente en las disciplinas necesarias para desarrollar el estudio, recopilar datos de la estructura social en Navarra, desarrollar simulaciones informáticas de las posibles variables del nuevo sistema y sus riesgos correspondientes si los hubiera y posteriormente exponer el resultado al escrutinio crítico público, que sería parte de la discusión política pública que llevara a implantarlo o no. Es decir, tendríamos un procedimiento de innovación que generaría, tanto el procedimiento como la implantación, entre otras cosas, un “know-how” y nuevo conocimiento, que es lo que se pretende en ciencia.

Eso es lo que pienso que haría con esta cuestión (pero podría ser con muchas otras cosas) un Gobierno de la Sociedad Inteligente en Navarra. Y aquí lo dejamos por hoy, aunque hay mucho de lo que hablar sobre este tema .