Opinión

Hasta aquí

Muchos dicen que para solucionar el problema catalán hay que dialogar. Los socialistas piensan que una reforma constitucional, de tipo federal, apaciguaría el problema. Claro que dichos ‘parlamentos’ son posibles, pero no serán eficaces. Nuestra reciente historia, nos ha demostrado que el apaciguamiento ante los nacionalistas no ha funcionado.

Las ideas románticas de los viejos nacionalismos a lo largo del siglo XIX degeneraron en proyectos que limitaron las libertades e impidieron toda capacidad de compasión y empatía. En el centenario de la Guerra de 1914, recordamos cómo fueron los nacionalismos ascendentes los causantes del desastre. El nacionalismo en nuestro tiempo, se han trasformado en una nueva religión de odio, capaz de producir innumerables fanáticos, gentes soberbias que desprecian a los demás, que no conocen la solidaridad, defienden desde zonas más desarrolladas su pretendido statu quo más favorable. Fue el Presidente Usa el que introdujo tras la guerra del 14 el derecho a la autodeterminación, hoy ‘derecho a decidir’, se le denominó ‘Doctrina Wilson’. Fue un legado envenenado, para debilitar la nueva configuración de Europa.

"Debemos ganar si no queremos una Europa debilitada y marginal"

 

Los nacionalismos llenaron de sangre y de cadáveres los campos de Europa. Después de 1945 su desprestigio fue total. Los promotores de la Unión Europea concibieron su proyecto para enterrar para siempre la peste de los nacionalismos que habían enfrentado a unos pueblos contra otros. España vivió al margen de las dos grandes guerras europeas. Con la Transición, se enterró con ligereza al nacionalismo español, por franquista, y bobaliconamente no se combatió en lo ideológico a los nacionalismos periféricos, la izquierda los miraba todavía bajo el síndrome de su aureola antifranquista. Sólo se luchó contra el fenómeno terrorista de ETA, pero no contra las ideas que promovían e inculcaban a los niños en los colegios, con la educación transferida no les han contado más que falsedades. Hoy vemos el resultado de la dejación por parte del Estado. Nos convencieron de que con aquellas competencias se calmarían, pero simplemente no fue así, cada vez hay más desafecto y odio hacia España, y ya plantean la independencia abiertamente. Por el contrario, entre muchos ciudadanos, ha habido demasiado pasotismo, y hoy lógicamente preocupación.

Manuel Valls, jefe de Gobierno francés, dijo que él aprendió en Francia a sentirse patriota, que es amor a la tierra que le acogió, pero que él no es nacionalista francés, ya que esta definición se hace frente a los otros nacionalismos, (que en el caso francés es frente al alemán). En cambio, patriota significa pertenencia a la tierra natal o adoptiva, a la cultura, historia y afectos, como si fuese la pertenencia a una familia.

En Escocia el referéndum ha agitado a todos los escoceses, por desgracia no hay nacionalismo democrático, porque siempre elevaran a su dios nacional, por encima de la ley, y así vemos como Escocia está ya partida en dos, y como Mas y sus muchachos ahondan la división entre catalanes, y con el resto de españoles. Sabemos que hay problemas complejos que no tienen solución a corto, y menos hablando, han incumplido las normas y ellos deben respetar la ley. Esta batalla hemos de ganarla si no queremos una Europa sumida en la división, debilitada y marginal. Será una batalla difícil, dura y larga, pero no hay otro camino a medio plazo para la libertad y la convivencia de todos.

Ricardo Guelbenzu

Bodeguero