Opinión

Reflexiones después del Debate

El debate de investidura fue fiel reflejo de nuestra crisis política que viene de lejos. Cierto que no es sólo un problema español, es europeo y norteamericano la poca confianza de la ciudadanía sobre su clase política. Hace tiempo que en muchos terrenos se renunció a la capacidad humana de reconocer la verdad, de utilizar la razón y por ello estamos en pleno auge del subjetivismo más atroz. Nunca como ahora la percepción de los hechos, depende de las preferencias de cada uno, donde unos ven cobardía en Rajoy, otros ven la responsabilidad institucional al no presentarse. Se sigue apelando y utilizando el diálogo de manera torticera, se utiliza fundamentalmente como instrumento que posibilite la mera imposición, o como simple acción de propaganda.

Hoy importan más las imágenes que los contenidos de las cosas. A medida que se ha ido aparcando los contenidos ha ido cobrando más peso la pura propaganda en el mundo de la política. Todo esto facilita nuestra pereza intelectual convirtiéndonos en meros consumidores de frases políticas y de titulares. Los nuevos medios tecnológicos lo facilitan ¡no más de 140 caracteres! Los artículos requieren ¡no más de 400 palabras! estamos en la sociedad de la imagen, del video, de twiter, de whatsapp, de la inmediatez.

Para muchos la razón y los principios, suenan a rancios y poco a poco van siendo sustituidos por los nuevos leitmotiv utilizados para alcanzar el poder. Se enarbolan nuevas banderas como el pacifismo, el ecologismo en su versión más sentimental, etc. El pensamiento Alicia nos ofrece todo tipo de caramelos y golosinas a disfrutar, todo ello siempre suena muy bien, pero por desgracia ninguno cuantifica su coste ni nos dicen cómo obtener los recursos necesarios. Los socialistas con voz engolada advirtieron a los que nos les apoyaron en su investidura, que estaban rechazando la posibilidad de dar de comer mañana mismo a los niños desnutridos, ayudas a los menesterosos inmediata, etc. En fin ¡demagogia a raudales!

Han pasado 40 años desde la Transición. Hoy a ciertos sectores izquierdistas y populistas ya no les valen aquellos acuerdos porque quieren ir más allá. Ya no los contemplan como el punto de llegada desde la dictadura, sino como un punto de partida desde donde poder superar aquello que no les gusta. Un rápido balance de estos 40 años nos muestra que hoy nos encontramos en una situación muy delicada, a causa de la crisis cultural, económica y por la corrupción, con la desafección generalizada sobre la clase política.

Las derechas han dando pasos en dirección equivocada desde hace tiempo. Han sido abducidas por una mala interpretación del consenso. Han ido aceptando cada vez más las propuestas de las izquierdas. La UCD, AP, PP cedieron en materia de independencia de la Justicia; facilitaron la disgregación nacional por la necesidad de pactar con los nacionalistas; contribuyeron a aumentar el intervencionismo estatal en muchas esferas; aceptaron las tesis de la izquierda en Educación. Las derechas e izquierdas nacionalistas se aliaron con las izquierdas españolas para fortalecer sus posiciones e impidieron sacar réditos políticos por la derrota de ETA. Al ir aceptando la derecha los planteamientos de la izquierda, floreció la pereza intelectual. La poca firmeza en la defensa de España nos ha conducido a un panorama complicado con los independentistas, hoy echados al monte y con mas competencias que cualquier otra región europea. Hoy tiene un panorama muy complicado el PSOE, está en una situación muy debilitada por causa de unos izquierdismos muy fuertes.

La falta de fortaleza de la derecha en defender sus valores, le ha llevado a que la interpretación izquierdista de la historia se fortalezca y hayan avanzado mucho sus propuestas, en buena medida aceptadas por la propia derecha, que poco a poco se han ido imponiendo: un laicismo radical, que utiliza cualquier ocasión para manifestar su cristofobia contra los católicos, mientra callan y se achantas frente a los islamistas; una legislación del aborto como derecho; la constante apología de la homosexualidad; la agresiva política de genero, que todas ellas han ganado unas posiciones impensables hace pocos años. La izquierda cuando está en el poder legisla en la dirección que le interesa, y cuando no lo está, la derecha no hace nada por remediarlo. Los medios de comunicación de masas, dominados en gran medida por la izquierda se encargan de mantener una lluvia fina que posibilita ablandar poco a poco las conciencias.

La crisis cultural es manifiesta y posibilita que impere el relativismo. La derecha no ha dado apenas la batalla de las ideas. Hoy en España todos los debates se discuten dentro de unos marcos donde las grandes líneas vienen trazadas desde la izquierda. La crisis ideológica-histórica que padecemos, facilita el rechazo por amplios sectores de nuestra propia historia, al criticar globalmente al pasado y a la tradición facilitan nuestra decadencia. La sociedad española es cada vez más izquierdista, cada vez mas relativista, y consigue la alarmante indiferencia de muchos compatriotas con la cuestión nacional. Si la acción política sólo se centra en la economía, nuestra decadencia como sociedad está asegurada.