Opinión

No nos den la murga

A cualquier alcalde le pediría lo mismo, que se ocupase de tener las calles limpias, el alumbrado completo, y una policía municipal que se ocupase fundamentalmente del tráfico urbano.

Con la llegada de la democracia, todos los alcaldes se empeñaron en “hacernos felices” -como si los votos les confiriesen poderes extraordinarios- y, por ello, se empeñaron en costear las fiestas patronales a todo tren: fuegos artificiales, chistorradas populares, conciertos y bailes gratis total, día de…, día de… Durante el resto del año promueven variopintas actividades llamadas “culturales”. Bueno, bien hasta aquí.

La irrupción de los nuevos adalides del “cambio”, piensan que hasta que no han llegado ellos el mundo estaba en “oscuridad” ¡paralizado! esperando a que ellos lo iluminen con sus nuevas banderas y quimeras, inaugurando una nueva era de leche y miel. Los necesitamos menos “pavos”.

Olvidan que los mejores, los canelas, los estupendos momentos de las Fiestas de Tudela, nada tienen que ver con sus propuestas de “cambio”: la procesión de Santa Ana, el olor a albahaca, el olor a cera, los almuerzos a la fresca, la Revoltosa, las barracas, los encierros, etc., son todas ellas actividades placenteras para las que no necesitamos a nuestros munícipes, ni a sus nuevas monsergas. Sólo necesitamos que no nos den la murga. ¡Viva Santa Ana!