Opinión

Fiestas

Antes las esperábamos como "agua de mayo" durante todo el año, ahorrábamos dineros las cuadrillas. ¡Se vivían a tope! Durante el año, apenas había ocasiones de diversión. La participación de la juventud y de los no tan jóvenes era masiva, venían los que residían fuera, y siempre había forasteros que alegraban las comidillas.

Hoy son demasiado largas y caras. Muchos deciden ausentarse, eligiendo entre playa o viaje. La realidad es que casi todos los fines de semana del año los jóvenes están de marcha. Hoy el protagonismo municipal, es abusivo, lo dirigen todo. Rellenan los días: del abuelo, del niño, de la mujer, etc. Recuperar más participación, con fiestas más cortas e intensas, no parece tarea fácil.

Para los mayores, los almuerzos son lo mejor de las fiestas, al no hacer tanto calor, se cultiva la amistad, uniendo amabilidad con sorna tudelana. Parecen hechos para el espíritu, fomentando buenas conversaciones que suelen ser más benevolentes.

Hoy necesitamos las Fiestas más que nunca, pues soportamos en el día a día una crisis ¡como nunca antes conocimos! y que no tiene visos de acabarse. Necesitamos evadirnos y “olvidar las penas”. Necesitamos confirmar que la felicidad no la da tanto una posición económica, sino que proviene de saber disfrutar de las cosas sencillas.

Recuperemos aquella magia que tenían las fiestas de antaño, donde nos asombrábamos con cualquier cosa, que a muchos hoy les parecerían simplezas, ¡quizás en lo que más hemos cambiado ha sido en reducir nuestra capacidad de asombro! Aquellos manojos de rabanetas, las sardinas de cubo a las que dábamos golpes en papel de estraza para ablandarlas y engullíamos con tinto.

Recuperemos el buen sentido, es hora de que, aprovechando la crisis, volvamos a recuperar la capacidad de asombrarnos con las sonrisas de un niño, la emoción al escuchar una jota, el placer de estar con los amigos, el olor de la albahaca en la procesión.

¡Felices Fiestas de Santa Ana!

Ricardo Guelbenzu