Opinión

Aprendamos del Brexit

La salida del Reino Unido, la segunda economía de Europa, supone un duro varapalo para el proyecto común de la Unión Europea, que pierde a una de sus principales potencias. Muchos no entienden que los ingleses hayan votado la salida, culpan a Cameron de ingenuidad, y dan todo tipo de argumentos mendazes y torticeros. A corto, la salida está produciendo fuertes caídas de los mercados financieros, con fuertes bajadas en la cotización de las empresas con mayor presencia en UK; un aumento de la inestabilidad, por la bajada de las divisas y el alza de las primas de riesgo. También agudiza la división entre los propios ingleses con el tema de Escocia, y puede que también el de Irlanda del Norte y por los distintos posicionamientos generacionales y geográficos. Al final, la cosa no será para tanto, se llegará a asumir que se van, sin consecuencias catastróficas.

Pero lo que realmente significa es el fracaso político de tal y como se está construyendo hoy la Unión Europea. Los dirigentes de la UE deberán repensar y cambiar las políticas del continuo acaparamiento de la soberanía de los 28. Este varapalo debería facilitar el que Bruselas haga autocrítica sobre su política de entrometerse excesivamente en la soberanía de los países miembros. Lo dijo hace unos días Nicolás Sarkozy que el ‘Brexit’ podía ser una oportunidad para volver a pensar la Unión Europea y rectificar los errores cometidos en los últimos años.

Lo que en principio debía ser una UE de cooperación económica, ha mutado en una mega estructura de burócratas que ha hecho todo lo posible por reducir la capacidad de decisión de cada país, y además ha renunciado a su propia identidad histórica. Recordemos que cuando el frustrado proyecto de Constitución Europea, deliberadamente, se renunció a especificar las señas de identidad de dónde surgió la Unión, omitiendo cualquier referencia al cristianismo como sustrato cultural de la construcción europea. Unido a la debilitación de las señas de identidad propias, se ha fortalecido un mundialismo y una globalización simplistas impuestas desde arriba, se ha hecho un seguidismo acrítico de los USA metiendo la pata en Ucrania, en la mal llamada “primavera árabe” que fue de aurora boreal, y hemos colaborado en exceso en la animadversión de USA contra Rusia.

 "Tenemos unos políticos mediocres que han aceptado sin reflexionar una emigración masiva"

 

Además, la prolongada crisis económica global ha mermado la capacidad adquisitiva de las clases medias y asalariadas cada vez más asfixiadas por los impuestos, que unido a la inmigración masiva acogida demagógicamente por la UE está provocando un ataque a la identidad de cada país en el medio plazo, que está produciendo un profundo malestar en muchos países socios. No basta con denunciar a los populismos de derecha, sino que hay que aplicar políticas inteligentes y reflexivas. Pero eso es mucho pedir a unos políticos excesivamente centrados en la obediencia a los poderes económicos, y encantada de aceptar lo políticamente correcto en cuanto a la política de género y el apoyo a la LGBT.

Tenemos unos políticos mediocres que han aceptado sin reflexionar una emigración masiva financiada por los saudíes que se debería de haber negociado para que se quedasen en los países árabes mientras durasen sus conflictos, al contar tanto con capacidad humana como financiera para poder acogerlos. Y, sin embargo, esta Europa descreída y buenista no sólo tenemos que hacer frente al terrorismo yijadista, sino que tenemos que aceptar sin rechistar esa otra invasión silenciosa y pacífica (subvencionada por nosotros) que en cuanto se siente numerosa no quiere aceptar los valores y las normas de la sociedad de acogida. Parece como si nuestros políticos necesitasen urgentemente unas cuantas clases de demografía, ya que ahora se enteran que tenemos más fallecimientos que nacimientos. Llevan años y años sin ayudar ni favorecer el nacimiento de niños, sin implementar ayudas efectivas y sin favorecer la conciliación familiar. Y nos plantean la emigración como una cuestión económica de subsistencia de las pensiones y de la economía. ¡Menudo morro!

Muchos europeos, piensan que ante el divorcio inglés la alternativa consiste en más Europa, que hoy por hoy significa mayor burocracia en Bruselas. Quieren apoyarse en una mayoría social poco informada que refuerce a la clase política bruselense preocupada en exceso en los grandes grupos económicos, que pueden provocar, sino lo hacemos bien, más malestar en muchos otros socios.

¡A veces dan ganas de hacerse ciudadano inglés!

Ricardo Guelbenzu

Bodeguero